¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1555
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Capítulo 1555:
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Khalid no pudo contenerse más. Con un movimiento rápido, acortó la distancia entre ellos y atrajo a Ashlyn hacia sí, con un abrazo firme pero tierno.
Ashlyn se quedó paralizada, sin aliento, ya que el movimiento repentino de Khalid la tomó por sorpresa. Khalid siempre había sido bastante reservado y gentil, su afecto era tranquilo y mesurado, nunca así. Esto era nuevo, crudo, sin filtros y tan intenso que la dejó aturdida.
Apretada contra el pecho de Khalid, Ashlyn podía sentir el ritmo frenético de los latidos de su corazón, cada golpe resonando en el suyo. Él la abrazó con más fuerza, como si pudiera protegerla del mundo, o tal vez evitar que se escapara.
—Ashlyn —murmuró Khalid, con la voz ronca por la emoción—, pensé que mi pasado te asustaría. Por eso no te expliqué mucho.
Ashlyn parpadeó, sus palabras la golpearon como un puñetazo en el pecho. La ira la invadió, pero rápidamente se vio ahogada por una ola de alegría tan intensa que la dejó sin aliento.
Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y le dio un ligero puñetazo en el costado. —No seas ridículo —dijo con voz burlona pero tierna—. ¿Por qué iba a asustarme?
La verdad la golpeó como un maremoto y, antes de que pudiera evitarlo, las lágrimas se derramaron, pero eran lágrimas de alegría, las que brotan de un corazón demasiado lleno para contenerlas.
La sonrisa de Khalid se suavizó y la abrazó con más fuerza, como si ella fuera su ancla, lo único que lo mantenía con los pies en la tierra en un mundo que a menudo le parecía demasiado frío.
Era curioso, la verdad: cómo algo tan simple como una conversación podía deshacer incluso los nudos más apretados del malentendido. Si no hubiera sido por Katelyn, podrían haberse alejado el uno del otro, como dos barcos que se cruzan en la noche y nunca vuelven a encontrarse.
Solo pensar en ello les oprimía el pecho. Una punzada de tristeza les atravesó, aguda y fugaz. Pero, por suerte, se dieron cuenta a tiempo.
Khalid la abrazó con más fuerza y le dijo en voz baja y sincera: «Ashlyn, lo siento. No debería haberte ocultado nada».
Ashlyn sintió un nudo en el pecho y las emociones se agitaron en su interior como una tormenta que no sabía cómo definir. Sorbió por la nariz y su voz sonó apagada contra el pecho de él. «Gracias a Dios que Katelyn me hizo ir tras de ti», dijo. «Si no, podría haberte perdido para siempre».
Antes, Ashlyn estaba acurrucada en casa, con lágrimas corriendo por su rostro mientras revivía cada momento en su cabeza. Ahora estaba allí, envuelta en los brazos de Khalid, sintiendo que el peso del mundo era un poco más ligero. Para alguien ajeno a la situación, podrían haber parecido un par de lunáticos, con su reencuentro pareciendo sacado de una telenovela.
Khalid aflojó el abrazo lo justo para inclinarse y apoyar la frente contra la de ella. Sus respiraciones se entremezclaron y el espacio entre ellos se llenó de algo silencioso pero eléctrico.
Él asintió con la cabeza y dijo con voz suave pero firme: —Sí, se lo debemos. La gratitud inundó el pecho de Khalid, cálida y constante.
Pero en ese momento, la expresión de Ashlyn cambió y sus ojos se clavaron en los de él con una intensidad silenciosa. —Khalid —dijo con voz firme—, necesito saber todo sobre tu pasado. No más secretos.
No podía arriesgarse a otro malentendido, no cuando habían estado a punto de perderse el uno al otro. El torbellino emocional era agotador, demasiado para volver a pasar por ello.
Khalid exhaló, con el peso de su pasado oprimiéndolo. —Es… mucho —dijo con voz grave—. Subamos al coche. Te lo contaré todo por el camino.
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