¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1545
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Capítulo 1545:
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El rostro de Ryanna se oscureció, su expresión era una máscara de fría determinación. Se mantuvo erguida, con voz firme, mientras se dirigía a los soldados. «Lleváosla, ahora mismo».
Sin decir una palabra, los soldados se movieron rápidamente, arrastrando a Annie mientras ella seguía resistiéndose, sus gritos se iban apagando a medida que se alejaban de la escena.
«¡Ryanna, te lo juro, soy inocente!». La voz de Annie se quebró, sus palabras apenas audibles mientras desaparecían en la distancia, dejando solo un eco de su desesperación.
La expresión de Ryanna se suavizó, un sutil cambio en su actitud mientras se volvía hacia Lois. Con una sonrisa amable, habló con sincera tranquilidad. «Señorita Boyle, lamento mucho cómo se han desarrollado los acontecimientos. Por favor, perdone el malentendido».
Como princesa, Ryanna rara vez tomaba la iniciativa de disculparse, lo que hacía que este gesto fuera aún más significativo. Lois comprendió el peso de la disculpa y supo que, dadas las circunstancias, no era momento para fingir.
Decidiendo responder con la misma sinceridad, Lois respondió rápidamente: «No hay necesidad de disculparse. Lo importante es que se ha aclarado el malentendido».
La sonrisa de Ryanna se hizo más profunda y su mirada se suavizó mientras miraba a Lois, eligiendo cuidadosamente sus palabras. —Si tienes tiempo en el futuro, me encantaría que visitaras el palacio más a menudo.
Era más que una simple invitación; era una oportunidad, una oportunidad única y significativa. Para alguien con el pasado de Lois, una oferta así tenía mucho peso. Una invitación personal de la princesa no era algo que se pudiera tomar a la ligera.
Katelyn, que había estado observando en silencio la escena, no pudo evitar levantar una ceja. La intrincada red de intrigas palaciegas parecía enredarse más por momentos.
La mirada de Vincent se suavizó mientras se inclinaba hacia Katelyn, su voz era un murmullo que solo ella podía oír, pero lo suficientemente alto como para que los demás lo oyeran. —¿Todavía te duele? —preguntó con tono preocupado.
Katelyn esbozó una leve sonrisa y negó con la cabeza. —Mucho mejor —respondió con voz firme, aunque cansada.
La preocupación de Vincent seguía presente en sus ojos cuando se volvió hacia el rey, con una postura respetuosa pero firme. —Perdóneme, Majestad, pero debo llevármela ahora. Necesita descansar adecuadamente.
El rey observó el rostro pálido de Katelyn, en el que se reflejaba su agotamiento. Tras un momento, asintió lentamente. —Por supuesto, señorita Bailey. Vaya y recupere fuerzas.
Katelyn inclinó la cabeza en señal de agradecimiento, con movimientos delicados, como si el más mínimo esfuerzo la agotara.
Ryanna dio un paso adelante, con una expresión que mezclaba preocupación y cálculo. —Katelyn —comenzó, con voz cálida pero deliberada—. ¿Quiere que le consiga una escolta? No es ninguna molestia. —Su oferta era cortés, pero bajo ella se escondía un sutil deseo de ganarse la buena voluntad de Katelyn.
Katelyn negó ligeramente con la cabeza, demasiado agotada para explicarse. Vincent, al darse cuenta de su agotamiento, habló con suavidad, pero con autoridad. —No, gracias. Yo la llevaré de vuelta.
Ryanna se detuvo un momento, con expresión indescifrable mientras observaba el intercambio. Sus ojos brillaron con algo, tal vez duda, tal vez preocupación, pero decidió no expresarlo, dejando el aire cargado de palabras no pronunciadas.
El rey, siempre perceptivo a la delicada dinámica entre Ryanna y Vincent, rompió el silencio con un tono mesurado. —Señor Adams, tenga cuidado en su viaje de regreso.
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