¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1531
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Capítulo 1531:
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Las extrañas sensaciones recorrían su cuerpo en oleadas implacables, cada una más abrumadora que la anterior. Un gemido ahogado escapó de sus labios.
Annie se llevó la mano a la boca para ahogar el sonido antes de que pudiera escapar. Sus ojos se movían rápidamente por el patio trasero, abiertos y frenéticos, buscando cualquier signo de movimiento. Lo último que necesitaba era que alguien la viera así. Afortunadamente, no había nadie detrás de ella.
Pero no podía quedarse allí. Tenía que encontrar un lugar seguro, algún sitio apartado donde pudiera pensar con claridad, y luego ir al médico.
Se enorgullecía de ser cautelosa, siempre alerta, siempre en control. Sin embargo, allí estaba, tomada por sorpresa de la forma más humillante posible. Sus pensamientos se precipitaron, tratando de reconstruir los momentos que la habían llevado hasta allí.
Annie se detuvo de repente, con la mente a mil por hora. Se le cortó la respiración al recordar que Lois le había dado un vaso de cóctel. ¿Podría haber sido esa bebida?
Una mirada fría y calculadora brilló en los ojos de Annie, aguda e inflexible. Si el cóctel de Lois era realmente el origen de esta traición, los días de la familia Boyle estaban contados.
Sin embargo, no tenía tiempo para pensar más. El calor que recorría su cuerpo volvió a estallar, abrumador e implacable, nublando sus pensamientos y arrastrándola de nuevo a la confusión. Su visión se volvió borrosa y apretó los puños, luchando por mantenerse concentrada.
Mientras Annie estaba perdida en sus pensamientos, había llegado a la parte más profunda del patio trasero, un rincón apartado donde las sombras se alargaban y el ruido de la fiesta era un murmullo lejano. Aquí no había nadie más.
Annie vio una habitación vacía y entró a trompicones, cerrándose la puerta detrás de ella con un suave clic.
Pero en cuanto entró en la habitación, las piernas le fallaron. Las fuerzas le abandonaron en un instante y se derrumbó en el suelo, con la vista borrosa.
El impacto le provocó un dolor agudo y punzante en las rodillas, como si se hubieran roto al golpear el suelo. Un grito ahogado escapó de sus labios, ahogado por el silencio de la habitación vacía.
El intenso dolor atravesó la niebla de su cabeza, agudo e implacable, trayéndole un fugaz momento de lucidez. Su visión se enfocó y sus pensamientos se agudizaron, aunque solo fuera por un segundo.
Annie apretó la mandíbula, soportando el dolor mientras sus ojos recorrían la habitación.
En ese momento, sus ojos se abrieron de par en par con terror. —Tú —logró articular, con la voz temblorosa pero feroz—. ¿Quién eres? ¡Fuera de aquí!
Dentro de la habitación, un hombre desnudo estaba de pie cerca de ella, sonriendo sugestivamente a Annie. Lejos de sentirse intimidado por su grito, se acercó a ella. Luego extendió la mano y le tocó el pecho.
—¿Necesitas ayuda para relajarte, condesa Annie?
El cuerpo de Annie, ya fatigado por la droga, sintió una oleada de deseo. Su tacto hizo que Annie gimió; no podía evitarlo, por mucho que lo intentara. Animado por su reacción, él la apretó con más fuerza y la besó seductoramente.
Annie intentó empujarlo, pero estaba demasiado débil para defenderse. Sus débiles forcejeos solo lo incitaron más. Poco a poco, dejó de luchar contra la sensación de sus manos sobre ella, hasta que su resistencia se convirtió en algo más, un impulso que no podía controlar.
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