¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1529
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Capítulo 1529:
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—Condesa Annie —dijo con voz teñida de fingida humildad—, mi padre siempre me dice que debería aprender de usted. Si alguna vez he hecho algo que la haya ofendido, espero que encuentre en su corazón la forma de perdonarme. Sus palabras parecían sinceras, como si realmente buscara la reconciliación.
Annie miró la bebida que Lois tenía en la mano y esbozó una sonrisa burlona. —Al menos tu padre sabe de lo que habla.
Lois, por su parte, parecía carecer de la perspicacia que tanto necesitaba. Si tuviera algo de sentido común, no se habría pegado a Ryanna nada más entrar en la habitación. Con ese comportamiento, era increíble que alguien pudiera encontrarla agradable.
Fingiendo sinceridad, Lois abrió mucho los ojos e inclinó la cabeza en un gesto respetuoso. —Por supuesto, espero que no me guarde rencor, condesa Annie. —A continuación, le ofreció la copa a Annie con un movimiento suave y deliberado.
Annie aceptó el vino, levantando la barbilla lo justo para darle un aire ligeramente imperioso. Sus ojos se clavaron en los de Lois, brillando con una sutil burla que parecía bailar justo debajo de la superficie. El gesto fue pequeño pero deliberado, un desafío silencioso que permaneció entre ellas.
Annie se tomó un momento para saborear su cóctel, disfrutando de los sabores antes de dejar suavemente la copa en la barra cercana.
Sus ojos se volvieron hacia Lois, estudiándola por un momento antes de inclinar ligeramente la cabeza, con voz baja pero clara. —¿Ves a esas dos personas de allí? —preguntó, dirigiendo brevemente la mirada hacia las figuras en cuestión antes de volver a Lois, como si buscara algo en su reacción.
La mirada de Lois se desvió hacia el vino que sostenía, y su expresión se volvió aún más tranquila, como si verlo hubiera profundizado sus pensamientos. Después de un momento, asintió lentamente, con una voz apenas audible. «Sí», dijo, en tono respetuoso. «Los veo».
Annie se acercó más, su aliento rozando la oreja de Lois mientras murmuraba suavemente, sus palabras apenas audibles pero cargadas de significado. Los ojos de Lois se abrieron de par en par en un instante, y una expresión de conmoción se dibujó en su rostro. Se volvió hacia Annie, con la mirada ahora nublada por una mezcla de miedo e incertidumbre. Su voz temblaba ligeramente al hablar, apenas por encima de un susurro. —Condesa Annie —comenzó, con palabras vacilantes—, ¿de verdad tenemos que hacer esto?
Annie no pudo evitar poner los ojos en blanco, con un tono lleno de desdén. —Cobarde —dijo con dureza—. ¿Es eso todo lo que hace falta para quebrantarte? —Estudió a Lois, con la impaciencia bullendo bajo la superficie. En comparación con el tormento que Katelyn y Vincent le habían infligido, este momento le parecía casi trivial.
Lois asintió tímidamente, con expresión nublada por la inquietud. Dudó un momento y, con voz suave e insegura, respondió finalmente: —Está bien. —La palabra quedó suspendida en el aire, frágil y vacilante, como si intentara convencerse a sí misma tanto como a Annie. Sus dedos se movían nerviosamente, delatando la agitación que se escondía bajo su aparente calma, aunque no protestó más.
La irritación de Annie se intensificó al mirar a Lois, y sus labios se apretaron formando una línea fina. Volvió a poner los ojos en blanco, incapaz de ocultar su exasperación. Si no fuera porque Lois aún tenía cierta utilidad, Annie la habría despedido sin más. Ni siquiera se molestaría con alguien como Lois.
Lois no era más que un peón, una herramienta que se utilizaba y se desechaba una vez cumplido su propósito. El pensamiento permaneció en la mente de Annie, frío e implacable, mientras miraba a Lois con aire distante. No había ningún sentimiento, ningún apego, solo el reconocimiento calculado de su utilidad. Por ahora, Lois tenía un papel que desempeñar, pero Annie sabía que no debía esperar nada más de ella.
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