¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1493
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Capítulo 1493:
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—¡Maldita sea! —gruñó con voz ronca.
Katelyn nunca había sido así. Pero cuanto más tiempo pasaba a su lado, más atrevida se volvía. Ver a Vincent, normalmente tan sereno, derrumbarse de esa manera la llenaba de satisfacción. El hombre que el mundo veía como distante e intocable ahora ardía con un calor innegable. Y, sin embargo, ella aún no había terminado.
En ese momento, una poderosa sensación recorrió a Vincent, cuya mirada se oscureció con intensidad al cruzar la de Katelyn. «¿Estás segura de que quieres excitarme?», preguntó con voz sutilmente amenazante, profunda y ronca.
Pero desde el momento en que Katelyn se acercó a él, ya se había preparado para las consecuencias. Aunque normalmente era reservada, cuando se trataba de Vincent, quería abrazar cada parte de sí misma. Ya no quería reprimirse ante el hombre al que adoraba.
Con una sonrisa burlona, se encontró con su mirada ardiente, con la mano sobre su entrepierna. —¿Y si lo hago?
Vincent apretó el volante con más fuerza mientras se acercaban a su destino. El calor de sus ojos no hizo más que aumentar. —Entonces tendrás que afrontar lo que venga después. Esta noche no hay escapatoria.
Se desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó hacia ella, buscando algo con los dedos en el lateral del asiento. Un leve clic resonó en el coche cuando el respaldo del asiento de Katelyn se reclinó lentamente. Casi al instante, el asiento del conductor hizo lo mismo, transformando el espacio en una superficie continua.
La sorpresa se reflejó en el rostro de Katelyn. Ella arqueó una ceja y lo miró. —Has modificado este coche, ¿verdad?
Vincent la atrajo hacia sí, con un abrazo firme pero suave, mientras capturaba su mano errante. Un suspiro de satisfacción escapó de sus labios. —Por supuesto.
El ajuste se había pensado originalmente para mayor comodidad durante los viajes largos o en caso de emergencia, pero en ese momento, Vincent no se le ocurría una razón mejor para ello.
Bajó la voz hasta convertirla en un susurro sensual. —Ahora, ¿por dónde íbamos? Un escalofrío recorrió la espalda de Katelyn al oír su tono. Ese lado de Vincent, que ya no era distante ni sereno, era embriagador.
Ella se inclinó, presionando sus labios contra su piel, trazando lentos besos a lo largo de su cuello. Cada movimiento tenía una intención, un desafío silencioso. Vincent contuvo el aliento. Un fuego ardía bajo su piel, una necesidad que ya no podía reprimir. Quería arrancarle la ropa a Katelyn.
Sin embargo, justo cuando iba a alcanzarla, un suave sonido de desgarro llenó el aire. La hermosa figura de Katelyn ya era imposible de ocultar, sus suaves curvas provocaban un profundo dolor en el corazón de Vincent.
Sus delgadas piernas se deslizaron alrededor de su cintura con delicada elegancia, sus ojos brillaban con un deseo que no podía ocultar. Era como una gatita, juguetona y ansiosa de un toque tierno, su calor lo invitaba a acercarse. La voz de Katelyn era como una suave brisa cuando susurró: «Cariño, soy toda tuya».
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