¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1482
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Capítulo 1482:
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Parecía completamente indiferente al asunto.
Sophia apretó la mandíbula. Quería discutir, pero las palabras se le atragantaron en la garganta. Aun así, permaneció sentada junto a Katelyn. Pasaron los minutos y, finalmente, no pudo aguantar más. —¿Y qué hay de desintoxicarme? —insistió.
Sabía que presionar demasiado podría ser contraproducente, pero no podía soportar no saber qué planeaba Katelyn. La incertidumbre la estaba volviendo loca.
Por fin, Katelyn levantó la mirada y se encontró con los ojos de Sophia. —¿Por qué estás tan impaciente? Tu veneno no es algo que se pueda apresurar. Hay que manejarlo con cuidado.
Sophia se quedó sin palabras. Miró la expresión indiferente de Katelyn y sintió cómo la frustración la invadía. Por un instante, tuvo ganas de agarrar a Katelyn y sacudirla. Pero se obligó a contenerse.
En ese momento, Vincent salió de la casa con una taza de café para Katelyn.
Sophia le echó un vistazo antes de bajar la voz. —Será mejor que te des prisa. No quiero morir y llevarme todos estos secretos a la tumba. —Con eso, se levantó y se marchó.
Katelyn observó su figura mientras se alejaba, arqueando ligeramente una ceja.
Vincent dejó el café delante de ella y miró hacia la silueta de Sophia mientras preguntaba: —Parecía bastante enfadada. ¿Qué ha dicho?
No era habitual que Sophia perdiera la compostura de ese modo.
Katelyn sonrió con aire burlón. —Está impaciente. Antes me preguntaba si su rendición formaba parte de su plan. Pero ahora… Ni siquiera necesito preguntármelo. Sophia tenía demasiada prisa. Eso lo decía todo.
Vincent esbozó una leve sonrisa y dijo con voz tranquila: —Bien. Ahora que estamos seguros, solo tenemos que esperar. La verdad saldrá a la luz por sí sola.
Por ahora, la prioridad era mantenerse a salvo. Katelyn entendía lo que quería decir.
—No hay prisa —dijo asintiendo con la cabeza.
Antes estaba ansiosa: Sophia y su gente acechaban en las sombras. Pero ahora, a medida que se iban revelando, era mucho más fácil localizarlos.
Vincent se sentó a su lado, haciéndole compañía bajo el cálido sol de la tarde. Un momento de paz fugaz y poco habitual en sus caóticas vidas.
Esa mañana, mientras Katelyn terminaba de desayunar sentada a la mesa, sonó su teléfono. Era Bernie.
—Señorita Bailey, he encontrado una propiedad que cumple con sus requisitos. ¿Quiere venir a echarle un vistazo?
Ella se detuvo un momento, casi olvidándose. —Por supuesto. ¿Dónde está? Envíeme la dirección y voy para allá ahora mismo.
—De acuerdo —respondió Bernie sin dudarlo.
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