¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1481
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Capítulo 1481:
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Se encontró con la mirada de Katelyn, con el ceño fruncido, pensativo. —No es imposible —dijo—. Pero descubrir la verdad y reunir pruebas irrefutables llevará tiempo y paciencia.
Katelyn sabía que tenía razón. Asintió con la cabeza. —Sí, tendremos que seguir investigando, no dejar piedra sin remover.
Con tan escasa información, aún estaban muy lejos de descubrir toda la verdad. Pero una convicción inquebrantable ardía en el corazón de Katelyn: el rey era mucho más complejo de lo que parecía.
Vincent apoyó la barbilla sobre la cabeza de ella y le susurró unas palabras tranquilizadoras. —Katelyn, sea cual sea la verdad, recuerda que siempre estaré a tu lado. Independientemente de los obstáculos que encontremos, mi valor nunca flaqueará.
Las palabras de Vincent eran firmes, inquebrantables, casi como un voto. Algo en ellas hizo que el corazón de Katelyn temblara ligeramente. Sin pensarlo dos veces, se inclinó y le dio un suave beso en los labios.
—Lo sé —susurró.
A veces, lo único que necesitaba era simplemente su compañía. Y con eso, una fuerza inquebrantable surgió en su interior.
Aunque su respuesta fue breve, solo dos simples palabras, fue suficiente para esbozar una pequeña sonrisa en los labios de Vincent. Se inclinó una vez más y capturó sus labios en otro beso.
—¿Solo un beso? ¿Te basta con eso?
Antes de que ella pudiera responder, la besó de nuevo, esta vez más profundamente, con más posesión.
Katelyn no tenía intención de resistirse. Lo miró a los ojos y le sonrió con picardía. —Por supuesto que no. Siempre he querido más. —Sin dudarlo, le devolvió el beso.
El aire de la habitación cambió. Una lenta calidez llenó el espacio, una intimidad innegable se instaló entre ellos a medida que el momento se intensificaba.
Durante los días siguientes, Katelyn se quedó en casa descansando. Era una oportunidad única para tomarse un respiro.
Sophia, sin embargo, se estaba impacientando. Esperaba que Katelyn actuara rápidamente y encontrara una forma de desintoxicarla, pero aún no había hecho nada. Cada vez que el veneno se reactivaba, Katelyn se limitaba a suprimirlo con medicamentos temporales. Empezó a dudar de que Katelyn realmente tuviera intención de cumplir su promesa.
Esa tarde, Katelyn estaba descansando en el jardín, disfrutando del cálido sol mientras hojeaba un libro.
Desde la pequeña casa detrás de Katelyn, Sophia salió y posó su mirada en Katelyn. Una sombra pasó por sus ojos, pero tras una breve vacilación, se acercó.
Sentándose junto a Katelyn, Sophia se sirvió un vaso de agua, dio un sorbo lento y luego dejó la taza sobre la mesa.
—¿De verdad vas a quedarte aquí tumbada? ¿Has empezado siquiera a investigar lo que te dije?
Katelyn no levantó la vista. Siguió hojeando el libro a un ritmo constante. —¿Por qué tanta prisa? Esto no es algo que se pueda resolver de la noche a la mañana. Lleva tiempo.
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