¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1469
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Capítulo 1469:
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Katelyn nunca había querido que esto sucediera. Solo pretendía que Fiona se llevara a su padre. No había esperado este trágico desenlace.
Por un breve instante, Katelyn se permitió un suspiro de cansancio, asimilando el peso de la situación.
El karma, pensó. Al final, todos respondemos por nuestros actos, el libro de la vida exige lo que es suyo.
La mirada de Katelyn recorrió los cuerpos sin vida del padre y la hija, y su voz adquirió un tono sombrío. —Quema los cadáveres.
Chester no había muerto a manos de ella, pero había exhalado su último aliento ante sus ojos. El peso de eso se posó en su pecho como una piedra, implacable y sofocante.
—¡Sí, señora! —respondió una voz detrás de ella.
En ese momento, el teléfono de Katelyn rompió el silencio con su estridente timbre.
El teléfono de Katelyn vibró, llamando su atención hacia el identificador de llamadas. Una expresión de sorpresa cruzó su rostro. Era Bernie. Los recuerdos de su peculiar comportamiento en el hospital inundaron instantáneamente su mente. Dudó un momento, sopesando sus opciones antes de responder.
—Señor Norris, hola. ¿Puedo ayudarle en algo? —preguntó con voz suave, casi en un susurro.
Una voz cálida y amable se escuchó a través del altavoz. —Señorita Bailey, le agradezco mucho que haya cuidado de Alfy mientras estaba enferma. Si es posible, me gustaría invitarla a cenar como muestra de mi gratitud.
Su tono denotaba una gentileza inesperada, casi excesivamente educada, que tomó a Katelyn completamente por sorpresa. En un principio había pensado en rechazar la invitación, pero las inquietantes imágenes de la finca de Bernie y su extraña reacción en el hospital la hicieron reconsiderarlo.
En lugar de rechazarla de plano, aceptó. «Es usted muy amable, señor Norris. Alfy es mi mejor amiga. Es natural que la cuide. Estaré encantada de cenar con usted».
Sería la oportunidad perfecta para investigar los misterios que se escondían en la finca de Bernie. Algo en él le hacía desconfiar. Y dada su relación con Alfy, debía andar con cuidado.
Al oír su aceptación, la voz de Bernie se iluminó con un placer indudable. —¡Genial! Entonces quedamos esta noche. Alfy ya ha salido del hospital, así que podemos reunirnos todos.
Katelyn no se negó y respondió con una risita ligera y musical. «De acuerdo».
Tras intercambiar algunas palabras más, la llamada terminó. Sin embargo, en cuanto se cortó la conexión, la sonrisa se borró del rostro de Katelyn como si fuera una máscara, y fue sustituida por una expresión pensativa y calculadora.
Inmediatamente envió un mensaje a Vincent. «Todo está arreglado por mi parte. No volveré todavía. Tengo que asistir a una cena en casa del tío de Alfy».
La respuesta de Vincent fue rapidísima: menos de un minuto después, su teléfono volvió a sonar. Echando un vistazo a sus subordinados, que seguían ocupados gestionando las secuelas de la situación, Katelyn salió para contestar la llamada.
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