¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1467
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Capítulo 1467:
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Los hombros de Chester se hundieron cuando la primera oleada de emoción remitió. Bajó la mirada y se detuvo en su pecho, donde la sangre se extendía por su camisa. La sangre se filtraba a través de la tela en un flujo constante, oscureciendo el tejido con cada segundo que pasaba.
La bala lo había atravesado por la espalda, lo que explicaba el peculiar patrón de sangre que ahora se extendía por su torso como vino derramado sobre un pergamino.
La incredulidad nubló los ojos de Chester mientras giraba la cabeza con una lentitud insoportable. La imagen que se encontró le heló las venas: Fiona cargando hacia él, con el rostro desencajado por la rabia y una pistola entre los nudillos blancos. No había lugar a dudas. Fiona había disparado el tiro que ahora amenazaba con vaciar de vida su cuerpo.
Una falange de guardaespaldas la seguía, con expresiones frías y profesionales. Habían venido preparados para la guerra.
En ese instante de comprensión, los hombres de Katelyn entraron en acción. Con precisión entrenada, desenfundaron sus armas y descargaron una lluvia de balas sobre el séquito de Fiona.
No se trataba de guardias ordinarios, sino de guerreros de élite, entrenados personalmente bajo los exigentes estándares de Vincent. Tanto en el combate cuerpo a cuerpo como con armas de fuego, sus habilidades eran de primer nivel. En un abrir y cerrar de ojos, los guardaespaldas de Fiona se derrumbaron en el suelo como marionetas con los hilos cortados.
Fiona se volvió y descubrió que todos sus hombres estaban muertos. El terror se reflejó en su rostro como un relámpago en una tormenta. Instintivamente, retrocedió un paso antes de quedarse paralizada, consciente de repente de la constelación de cañones de armas apuntando a su cabeza.
—Yo que tú, no me movería —dijo Katelyn con una voz que cortó el aire como una cuchilla de hielo—. A menos que te apetezca convertirte en un colador humano.
En ese momento, Fiona no se atrevió a mover un músculo. Había llegado rebosante de confianza, segura de que sus escoltas armados serían suficientes para acabar con Katelyn y vengar a la familia Robles. Ahora, en menos tiempo del que se tarda en respirar, Katelyn había aniquilado a todo su equipo de seguridad.
Un violento estremecimiento recorrió el cuerpo de Fiona mientras el miedo se arraigaba en lo más profundo de su ser. ¿Cómo de poderosa era esa mujer?
Con un sutil gesto de Katelyn, sus subordinados se movieron con la sincronía de una manada de lobos y se abalanzaron sobre Fiona. La agarraron con…
Unas manos ásperas la arrastraron hacia el destartalado almacén que se alzaba en la distancia.
Aún envuelta en una nube de miedo, la atención de Fiona se fijó en una figura encorvada que estaba arrodillada cerca de ella. Sus ojos se abrieron con sorpresa. —¿Papá? ¿Qué haces aquí?».
La revelación la golpeó como un golpe físico. Había descartado las palabras de Katelyn como un engaño, un señuelo cuidadosamente elaborado. Ahora la verdad la miraba a través de los ojos llenos de dolor de su padre.
Antes de que Chester pudiera responder, la mirada de Fiona se posó en la mancha carmesí que se extendía por su pecho, una flor macabra que desplegaba sus pétalos a la luz moribunda.
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