¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1446
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Capítulo 1446:
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Mientras Ryanna estaba perdida en sus pensamientos, Vincent observaba atentamente a Katelyn mientras se deslizaba en el coche. —¿Te ha puesto las cosas difíciles?
Katelyn sabía exactamente lo que le preocupaba. Sonrió, inclinando ligeramente la cabeza. —¿Te parece que lo he pasado mal?
Vincent se rió entre dientes, tomó su mano y le dio un suave beso en los dedos.
Pero Katelyn estaba pensando en otra cosa. Los gritos que había oído en el bosque seguían resonando en su mente, inquietándola.
Dudó antes de hablar. —Por cierto, hoy he oído algo extraño en los jardines del palacio.
Vincent frunció el ceño. —¿Algo extraño?
Katelyn asintió y le contó lo que había oído. Se llevó una mano al pecho y miró a Vincent a los ojos. —No sé por qué, pero cada vez que lo pienso me siento incómoda.
Katelyn estaba presa de una inquietud persistente que no podía explicar. Se llevó la mano al pecho e intentó reprimir la incomodidad, pero la sensación persistía, sobre todo cuando se fijaba en la causa.
Vincent la rodeó con sus brazos y le habló con voz tranquilizadora. —No te preocupes. Estás conmigo. Investigaré a la persona que te preocupa. Normalmente, Katelyn no era de las que mostraban su vulnerabilidad. Sin embargo, la mera presencia de esa persona había provocado una reacción tan profunda en ella que Vincent supo que debía actuar.
Mientras Katelyn se acurrucaba en el reconfortante abrazo de Vincent, las extrañas sensaciones en su corazón comenzaron a desaparecer. Ella lo miró y dijo: «Tienes que llegar al fondo de esto. Siempre siento que esa persona está conectada de alguna manera conmigo». Esa era la única explicación para sus inexplicables sentimientos.
Vincent le acarició el pelo con ternura y le susurró: «Lo haré».
Sintiéndose algo aliviada, Katelyn se apartó del abrazo de Vincent y dijo: «Vamos».
Vincent sacó una botella de agua del compartimento cercano y se la ofreció. «Bebe un poco de agua, intenta relajarte». Su expresión no había cambiado, pero sus ojos transmitían una calidez poco habitual.
Al estar cerca de Vincent, Katelyn siempre sentía una reconfortante calidez en su corazón. Parecía que cualquier emoción turbulenta se suprimía en su presencia.
Una vez que Katelyn pareció más tranquila, Vincent encendió el motor y se dirigieron a casa.
Mientras tanto, en un sótano oculto y repleto de equipos de última generación que rivalizaban con los mejores laboratorios, un hombre corpulento con un traje protector blanco mostraba un brillo escalofriante en los ojos. Lanzó una botella de cristal al suelo. Al romperse, las pastillas negras se esparcieron por el suelo.
Los médicos investigadores más renombrados del mundo se encontraban ante él, pero en ese momento ninguno podía ocultar el miedo en sus ojos mientras miraban al hombre.
Con tono frío, el hombre dijo: «He invertido una fortuna en esto, ¿y esto es lo mejor que podéis hacer?».
La voz del hombre, aunque modificada, tenía un tono áspero, inconfundiblemente el de Sophia, la superiora de la Organización T.
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