¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1442
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Capítulo 1442:
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Ryanna no se ofendió. Al contrario, admitió sin reparos: «Bueno, una vez estuve prometida con Vincent. Naturalmente, prestaba atención a todo lo relacionado con Granville».
Annie se tensó e instintivamente miró a Katelyn, esperando una reacción. Para su sorpresa, Katelyn permaneció perfectamente serena. A Annie le pareció extraño, cualquiera habría mostrado algún signo de disgusto. ¿Estaba Katelyn reprimiendo sus sentimientos? No era imposible. Al fin y al cabo, era conocida por ser calculadora.
Katelyn se volvió hacia Ryanna, con expresión tranquila y comprensiva. —Ya veo. Si alguna vez tienes la oportunidad, deberías visitar Granville. Experimentar las costumbres locales de primera mano sería mucho más fascinante.
Ryanna sonrió y asintió. —Ojalá pudiera.
Aunque siempre había deseado viajar, su condición real lo hacía casi imposible. Salir del país llamaría demasiado la atención. Annie no podía quitarse de la cabeza la extraña sensación que había entre las dos, aunque no sabía muy bien por qué.
Katelyn y Ryanna continuaron su conversación y, antes de que se dieran cuenta, la mañana había pasado.
Después de comer, justo cuando Katelyn se disponía a marcharse, sonó su teléfono.
Vincent. Echó un vistazo a la pantalla antes de responder. «¿Qué pasa?». Con Ryanna presente, fue breve.
La voz de Vincent era suave. —¿Cuándo vas a volver? Puedo ir a recogerte.
—En un rato —respondió ella simplemente.
Aunque ni Ryanna ni Annie podían oír la voz de Vincent, adivinaban fácilmente quién estaba al otro lado.
Katelyn colgó y se volvió hacia Ryanna. —Lo siento, tengo algo que hacer. Tengo que volver.
La sonrisa de Ryanna no se alteró, su actitud era tan serena como siempre. —Te acompaño.
Annie, aunque claramente disgustada, solo pudo reprimir su irritación.
Cuando Katelyn y Ryanna salieron del jardín, Annie puso los ojos en blanco al ver la figura de Katelyn alejándose. —Haciendo alarde de su relación delante de nosotras.
No entendía de qué estaba tan orgullosa Katelyn, actuando como si tuviera algo especial que presumir.
Cuando Katelyn y Ryanna volvieron a pasar por el pequeño bosque, Katelyn giró instintivamente la cabeza. Las sombras oscuras entre los árboles parecían ahora aún más siniestras. Sin pensar, se encontró avanzando hacia ellas, con los pies arrastrados como por una fuerza invisible.
Ryanna gritó con repentina urgencia: «¡Katelyn, no!».
Katelyn parpadeó rápidamente y el trance se rompió como hielo fino. Se volvió hacia Ryanna, con las mejillas enrojecidas. «Solo sentí curiosidad. Sus gritos eran tan desgarradores».
Era como si la hubieran hechizado. No podía luchar contra el abrumador deseo de descubrir quién permanecía prisionero tras aquellos muros.
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