¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1425
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Capítulo 1425:
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Sus manos permanecieron firmes como una roca.
El pitido se aceleró, una frenética cuenta atrás hacia la catástrofe.
Los últimos vestigios de color desaparecieron del rostro de Sophia. Había vivido con esta amenaza oculta, sin creer realmente que algún día el dispositivo que llevaba dentro despertaría para reclamar su vida.
La cruel realidad golpeó a Sophia como hielo en las venas. Siempre había sentido el objeto extraño en su cuerpo, pero lo había descartado como una simple toxina. Una bomba, una bomba de relojería, nunca había cruzado sus peores pesadillas.
La Organización T había tejido su red a la perfección, sellando todas las vías de escape posibles.
—Traedme un foco —ordenó Katelyn a Vincent, con voz aguda y urgente.
El artefacto explosivo acechaba muy cerca del corazón de Sophia. Un temblor, un error de cálculo, y estaría muerta antes de que pudieran extraer a su enemigo metálico.
La agonía recorrió el cuerpo de Sophia, obligándola a encogerse como una flor marchita. El sudor le caía en cascada por la cara, y cada gota marcaba otro precioso segundo perdido.
Bajo la intensa luz del foco de Vincent, las manos de Katelyn volaban con mayor precisión y velocidad. Capa a capa, fue retirando el tejido hasta dejar al descubierto su objetivo: una siniestra esfera no más grande que una uña, cuya superficie pulsaba con una cuenta atrás digital. El dispositivo era una obra maestra de la maldad, diseñado con una precisión implacable. Pero no había tiempo para admirar su artesanía. La cuenta atrás los miraba fijamente: tres segundos separaban la vida de la nada.
Cuando la bomba quedó al descubierto, los instintos de Katelyn tomaron el control. Sus manos desnudas se hundieron en ella y sus dedos se cerraron alrededor de la esfera mortal. Con un movimiento fluido, la lanzó lejos.
¡Boom! La explosión retumbó en toda la finca, sacudiéndola hasta sus cimientos. Una lluvia de polvo cayó en cascada desde el techo tembloroso. En el ensordecedor silencio que siguió, un suspiro colectivo de alivio rompió el silencio.
La vida corría por las venas de Sophia: había engañado a la muerte. Sus fuerzas la abandonaron de golpe y se derrumbó en el suelo, con la ropa pegada a ella como una segunda piel, empapada de miedo y desesperación.
Las palabras se formaron en sus labios, pero la mano de Katelyn se disparó, presionando firmemente contra su boca. El mensaje en los ojos de Katelyn era claro: silencio. Un entendimiento sin palabras pasó entre Katelyn y Vincent, sellado con un gesto sombrío.
Vincent levantó el escáner una vez más, barriendo metódicamente el tembloroso cuerpo de Sophia. Sus manos se detuvieron abruptamente sobre su brazo y el aire se volvió denso por la tensión.
El reconocimiento se dibujó en los ojos de Sophia, seguido del horror. Un violento estremecimiento sacudió su cuerpo ante la reveladora pausa de Vincent.
El alcance de la Organización T había superado incluso sus peores temores: ¿hasta dónde llegaba su crueldad? Otro dispositivo se había incrustado en su carne, un dispositivo de escucha que controlaba cada uno de sus respiros. Había sido una marioneta involuntaria, bailando al son de hilos que ni siquiera podía ver.
El rostro de Katelyn era una máscara de feroz determinación. La cruel marcha del tiempo no dejaba lugar a la piedad, ni a la anestesia, ni al respiro.
Sophia tendría que soportar cada corte de la cuchilla, cada momento de dolor abrasador mientras Katelyn trabajaba para liberarla de ese parásito mecánico. Su cuerpo traicionó su control y tembló violentamente mientras oleadas de agonía atravesaban su sistema nervioso como rayos.
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