¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1424
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Capítulo 1424:
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Katelyn la observó atentamente, notando el destello de miedo en su expresión. Su curiosidad se intensificó.
Esta persona era lo suficientemente poderosa como para aterrorizar a Sophia de esa manera. ¿Quién podía ser?
Pero justo en ese momento, en una habitación oscura y sombría de Yata, repleta de equipos de vigilancia, un monitor mostraba la conversación entre Katelyn y Sophia.
Un hombre con una máscara negra golpeó la mesa con el puño. El impacto resonó en la habitación, haciendo temblar los objetos que había sobre la mesa. Sus ojos penetrantes ardían de furia mientras una voz electrónica distorsionada llenaba el espacio.
«No se puede permitir que Sophia viva. Mátala».
El subordinado que estaba detrás de él asintió inmediatamente. —Entendido.
Una sombra se proyectó sobre la mesa cuando el subordinado levantó un mando a distancia y pulsó con precisión deliberada.
Las palabras de Sophia a Katelyn se murtira en su garganta cuando su cuerpo se tensó de repente. El horror se apoderó de sus ojos y unas venas carmesí comenzaron a aparecer en el blanco de sus ojos, como grietas en la porcelana.
La injusticia de la situación golpeó a Katelyn como un golpe físico. «¿Qué pasa?», exigió, levantándose de la silla, con el corazón latiendo con fuerza contra las costillas mientras observaba la transformación de Sophia.
La mente de Katelyn se aceleró. La píldora debería haber sido inofensiva, todas las pruebas lo habían confirmado. Sin embargo, el estado de Sophia se deterioraba ante sus ojos, la vida se le escapaba con cada segundo que pasaba.
«¡Sálvame!». Las palabras salieron de la garganta de Sophia mientras apretaba la mandíbula y clavaba los ojos en los de Katelyn con una intensidad desesperada. Su cuerpo se convulsionó y las venas se le hincharon bajo la piel como cuerdas, y su rostro se contorsionó en una máscara de agonía tan profunda que heló a Katelyn hasta los huesos.
En ese instante de horror, los sentidos entrenados de Katelyn captaron algo, un susurro tan débil que era casi imaginario.
Bip, bip. El sonido era tan débil como una telaraña, un ruido fantasmal que habría pasado desapercibido para cualquiera menos atento al peligro.
La comprensión la golpeó como un rayo. —¡Vincent! ¡Hay una bomba dentro de ella! ¡Date prisa!
Vincent había sido su sombra, vigilante justo al otro lado de la puerta. ¡Bang! La puerta se abrió de golpe bajo su bota cuando irrumpió en la habitación, con autoridad en su voz. —¡Traedme un escáner! ¡Ahora!
El pitido constante era más que un sonido: era el tiempo que se escapaba, contando los últimos momentos de Sophia.
«Corazón…», logró decir Sophia entre dientes, apretando los dientes contra el dolor insoportable mientras el calor le abrasaba el pecho como metal fundido. Con la rapidez y precisión de una serpiente que ataca, Katelyn cogió un bisturí y cortó la carne.
Vincent pasó el escáner por el cuerpo tembloroso de Sophia, buscando el dispositivo mortal que se escondía en su interior.
Se movían como una sola unidad, con el rostro concentrado mientras los segundos se escapaban. La ubicación de la bomba se reveló en el escáner y la cuchilla de Katelyn se abrió camino a través del tejido con precisión quirúrgica.
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