¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1423
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Capítulo 1423:
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Solo entonces Katelyn guardó el teléfono, se levantó de su asiento y se acercó. Sacó una pequeña píldora antídoto y la presionó contra los labios de Sophia, obligándola a tragársela. La píldora no eliminaría por completo el veneno de su cuerpo, pero al menos le aliviaría el dolor por ahora.
A medida que los efectos se hacían notar, Sophia sintió que el tormento insoportable remitía poco a poco. Jadeó y miró a Katelyn con incredulidad. «¿Cómo es que tu medicina es tan potente?».
Habían estudiado materias similares: una medicina y la otra se había especializado en venenos. Sophia nunca había creído que Katelyn fuera más inteligente que ella.
Sin embargo, el veneno en su cuerpo la había mantenido bajo el control de la Organización T, por mucho que luchara contra él. Había pasado años investigando un antídoto, tratando desesperadamente de liberarse. Pero todos sus intentos habían fracasado.
Y ahora, con una sola pastilla, Katelyn había conseguido lo que ella no había podido. A Sophia le costaba aceptarlo. Pero el dolor que abandonaba poco a poco su cuerpo era una prueba irrefutable: Katelyn era más inteligente. Fue un golpe devastador. Uno que sacudió sus creencias y derrumbó los cimientos sobre los que se había apoyado durante tanto tiempo.
Tras un largo silencio, soltó un profundo suspiro y finalmente murmuró: —¿Qué quieres saber?
Katelyn ignoró su pregunta. En lugar de eso, volvió a su asiento y dijo con tono seco: «Quiero saberlo todo. Cuánto reveles depende de ti».
Su tono distante lo dejaba claro: Sophia tenía que decidir por sí misma. Y el grado de cooperación que mostrara determinaría la cantidad de veneno que acabaría eliminando de su organismo.
Sophia había luchado contra Katelyn durante años. Entendió inmediatamente el significado de aquellas palabras.
Sus manos seguían atadas. Katelyn no se había molestado en desatarla. Ahora sus posiciones eran completamente desiguales. Y si se negaba a hablar… esta podría ser su única oportunidad de escapar.
Sophia suspiró suavemente. —Katelyn, en realidad no sé tanto como crees. Pero sí sé una cosa: el objetivo final de la Organización T es matarte.
Katelyn se quedó paralizada. Miró a Sophia, confundida. —¿Por qué?
Nunca había interferido en las operaciones de la Organización T. ¿Por qué la habían convertido en su objetivo? ¿Qué había hecho? ¿Había frustrado sin saberlo alguno de sus planes? ¿Era por eso por lo que la odiaban?
No, eso no tenía sentido. La Organización T se especializaba en delitos a gran escala y, durante años, Katelyn se había centrado en mejorar sus habilidades, manteniéndose alejada de los conflictos importantes. Nunca había hecho nada para merecer tanta atención. No entendía por qué la querían muerta.
Sophia sonrió con aire burlón. «¿Quién sabe? Tienes más enemigos que nadie. Vayas donde vayas, alguien intentará matarte».
Katelyn suspiró con impotencia. Lo pensó detenidamente y se dio cuenta de que Sophia no se equivocaba.
Su mirada se agudizó. «¿Quién es el jefe de la Organización T?». Esa era la clave. No importaban sus motivos, tenía que descubrir quién movía los hilos. Solo así podría descubrir la verdad.
Sin embargo, Sophia se quedó en silencio. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Incluso ahora, lejos de esa persona, podía sentir su presencia: fría, opresiva, sofocante.
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