¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1388
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Capítulo 1388:
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De repente, el aire que rodeaba a Vincent se cargó de una intención asesina. Esa información era crucial para Katelyn y ahora Brendan era plenamente consciente de ello. Eso significaba que la investigación probablemente se encontraría con obstáculos importantes.
La actitud de Vincent se volvió aún más fría mientras continuaba: «¿Cuánto sabe?».
Encontrar a los padres biológicos de Katelyn ya era una tarea difícil. Con la interferencia de Brendan, el reto solo se intensificaría.
Mona negó con la cabeza y dijo: «No estoy segura. No formo parte de las operaciones principales. Solo lo escuché por casualidad».
En ese mismo instante, Vincent se inclinó hacia ella, apretándole el cuello con más fuerza y con el rostro ensombrecido. «Más te vale decir la verdad. De lo contrario, te presentaré a una auténtica pesadilla».
Su aura fría la rozó, haciendo que Mona se estremeciera como si el frío le penetrara los huesos. Vincent era realmente aterrador. Había pasado tiempo con Brendan, que era intimidante a su manera, pero parecía insignificante al lado de Vincent. Los dos desprendían vibraciones completamente diferentes.
Mirando a los ojos de Vincent, Mona juró apresuradamente: «¡No miento! ¡No quiero volver a experimentar ese veneno nunca más!». El recuerdo del intenso dolor la hizo estremecerse de nuevo.
El tono de Vincent era gélido cuando dijo: «Te conviene ser sincera». Luego se dio la vuelta y se alejó sin decir nada más.
Solo entonces Mona se permitió exhalar aliviada. Si podía evitar encontrarse con Vincent, lo consideraría una bendición.
Apoyada contra la pared, Mona comenzó a planear su huida. Pero al mirar a su alrededor, la cruda realidad se hizo evidente. Estaba en una habitación oscura y solitaria sin salida. La distribución le resultaba completamente desconocida. En esas condiciones, escapar parecía prácticamente imposible.
En otro lugar, Katelyn estaba junto a la cama del hospital, enviando un mensaje de texto a Alfy para tranquilizarla. Teniendo en cuenta todo lo que había pasado ese día, no podía evitar preocuparse por si Alfy se estaba estresando por nada.
Mientras Katelyn escribía el mensaje, Samuel, que estaba tumbado en la cama del hospital, se movió de repente.
Katelyn dejó inmediatamente el teléfono a un lado y se volvió hacia Samuel, preguntándole rápidamente: «¿Cómo te encuentras ahora? Intenta mover la mano primero». Samuel veía borroso, pero podía distinguir la silueta de Katelyn.
Luchó por levantarse de la cama, pero su cuerpo se resistía a sus esfuerzos. Sin embargo, sus intentos permitieron a Katelyn evaluar la movilidad de sus manos y otras extremidades. Aunque sus movimientos eran rígidos y débiles, el hecho de que pudiera moverlos era una buena señal.
Katelyn se sintió tranquila al observar esto. Si podía mover las extremidades, significaba que su sistema nervioso funcionaba. Teniendo en cuenta el veneno que había absorbido, era de esperar que sus movimientos fueran lentos. Samuel miró a Katelyn y, con considerable esfuerzo, dijo: «Señorita Bailey».
Katelyn respondió con un tono suave: «No intente hablar todavía. Cierre los ojos y descanse un poco más».
Acababa de recuperar la conciencia; era normal que sus funciones corporales estuvieran disminuidas temporalmente. La recuperación llevaría algún tiempo.
Samuel asintió levemente, casi imperceptiblemente. Luego cerró obedientemente los ojos y, a medida que pasaba el tiempo, sintió que las fuerzas volvían gradualmente a su cuerpo.
Treinta minutos más tarde, Vincent apareció en la puerta. Entró en la habitación y le preguntó a Katelyn: «¿Cómo está?».
Justo en ese momento, Samuel abrió los ojos y dijo: —Sr. Adams, me siento mucho mejor ahora.
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