¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1385
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Capítulo 1385:
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Mientras observaba cómo Samuel era trasladado rápidamente al quirófano, Katelyn se escabulló para cambiar de aspecto. Al no tener maquillaje para alterar sus rasgos faciales, se centró en su vestimenta y en su comportamiento general, y se puso una mascarilla para ayudar a su disfraz. Confiada en su nuevo aspecto, Katelyn se dirigió al área de operaciones.
El médico, que la reconoció a pesar de la mascarilla, la saludó con entusiasmo. «Todo está listo. El análisis de sangre debería estar listo en dos minutos».
Katelyn asintió, impresionada por la rapidez y eficiencia con la que el hospital estaba manejando la situación.
Una vez completados los procedimientos de desinfección, una enfermera entró apresurada con los resultados del oxígeno en sangre. Katelyn echó un vistazo al informe, analizando cada detalle con sus agudos ojos. Tras un momento, exhaló con alivio. La neurotoxina era similar a la que había envenenado a Neil, pero, afortunadamente, no parecía tener efectos a largo plazo.
Basándose en su experiencia previa con la desintoxicación, Katelyn actuó con rapidez. Se volvió hacia el médico y le enumeró el antídoto específico que necesitaba.
El médico dudó, frunciendo el ceño con preocupación. El antídoto también era una especie de neurotoxina. ¿Era ese el tratamiento adecuado?
Katelyn, intuyendo sus dudas, al igual que el médico de Granville, habló con confianza inquebrantable. —Prepárelo.
La proximidad del hospital a las selvas tropicales significaba que estaba bien equipado para manejar diversas neurotoxinas, y Katelyn confiaba en que tuvieran los antídotos necesarios a mano. Era consciente de que este hospital probablemente contaba con recursos más amplios que la mayoría.
Tras un breve momento, el médico asintió y se dispuso a buscar el antídoto. «De acuerdo, lo prepararé», afirmó, y se puso rápidamente manos a la obra. Al poco rato, regresó con el antídoto.
Mientras tanto, Samuel yacía temblando en la mesa de operaciones, mostrando signos de angustia. Afortunadamente, la pastilla de desintoxicación de emergencia que Katelyn le había dado antes había mitigado algunos de los efectos inmediatos de la toxina, proporcionándole un alivio temporal y ralentizando su progresión.
Después de administrar el antídoto, Katelyn mantuvo una estrecha vigilancia sobre Samuel, atenta a cualquier signo de reacción adversa. Cuando finalmente se aseguró de que todo estaba estable, exhaló profundamente y relajó ligeramente los hombros. —Ya está —dijo con voz tranquila, pero con un tono de alivio.
Los médicos que se encontraban en la sala permanecieron en silencio, atónitos, con expresiones que mezclaban asombro e incredulidad. El método de desintoxicación poco convencional de Katelyn era algo que nunca habían visto antes. Sin embargo, no se podía negar su eficacia. Samuel no mostraba casi ninguna reacción adversa y el veneno había sido neutralizado por completo.
Una vez superida la crisis inmediata, Katelyn se dejó caer en un taburete junto a la mesa de operaciones y fijó la mirada en Samuel, esperando a que recuperara la conciencia. Se volvió hacia el médico, que seguía atónito. —¿Podría organizar la operación del paciente del que hablamos antes? Me gustaría realizarla mañana por la mañana.
Katelyn no había tenido tiempo de pensar en ello, pero recordando la urgencia del estado del paciente, sabía que cualquier retraso podría ser perjudicial. Decidida a ocuparse de ello al día siguiente, hizo los preparativos necesarios.
De repente, Samuel gimió en la mesa de operaciones, lo que hizo que todos los presentes se detuvieran. Al momento siguiente, vomitó sangre, lo que provocó una ola de preocupación en toda la sala.
Todos los ojos se volvieron hacia Katelyn, con expresiones de inquietud, y le preguntaron con urgencia: «Hades, ¿qué está pasando?».
Katelyn mantuvo la compostura, sin mostrar ningún signo de angustia en su rostro. Los tranquilizó diciendo: «Es solo un procedimiento de desintoxicación estándar».
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