¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1384
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Capítulo 1384:
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Alfy llevaba días encerrada en casa, sumergida en los libros y los estudios, y la monotonía la estaba volviendo loca. Por fin había tenido la oportunidad de salir, pero todo se había convertido en un caos.
Jaxen miró a Alfy con una expresión tierna y cariñosa, y le habló con voz suave para tranquilizarla. —Pórtate bien, Alfy. Estás ayudando más de lo que crees. Alfy suspiró y bajó los hombros, aceptando a regañadientes. —Está bien —murmuró—. Llévame de vuelta.
Jaxen no pudo evitar sonreír ante su tono resignado. Se acercó y le dio un golpecito en la nariz, un gesto juguetón pero cariñoso. —Vamos —dijo con voz cálida.
Mientras se daban la vuelta para marcharse, la mirada de Alfy se posó en la mesa llena de platos vacíos. Un escalofrío le recorrió la espalda al darse cuenta de la realidad de la situación. Antes incluso de empezar a comer, Katelyn les había advertido en voz baja del peligro potencial y había desintoxicado discretamente la ensalada. En ese momento, Alfy había pensado que Katelyn estaba siendo demasiado cautelosa. Ahora se daba cuenta de lo grave que había sido la amenaza.
Alfy apartó rápidamente la mirada, sin querer pensar en lo que podría haber pasado. Sin decir nada más, siguió a Jaxen fuera del restaurante, con pasos rápidos y decididos.
Mientras tanto, en el aparcamiento, Katelyn y Samuel acababan de llegar al coche. Samuel empezó a temblar violentamente, con el cuerpo convulsionando sin control.
—¡Samuel! —gritó Katelyn, con voz aguda y alarmada. El veneno estaba haciendo efecto más rápido de lo que había previsto.
Los agudos ojos de Katelyn se posaron en Samuel, que ahora estaba siendo sostenido por uno de sus subordinados. Su voz era tranquila pero urgente cuando ordenó: —Coge el paquete de la caja de almacenamiento de la derecha. Sin demora, el subordinado abrió el compartimento y sacó una pequeña caja. Luego se la entregó a Katelyn, quien rápidamente la abrió para revelar un conjunto de instrumentos quirúrgicos y desinfectantes cuidadosamente dispuestos.
Los movimientos de Katelyn eran precisos y deliberados. Sacó una pastilla de desintoxicación de emergencia de su bolsillo y se la entregó al subordinado. «Dale esto», le ordenó, sin dejar lugar a dudas.
Cuando el subordinado tomó la pastilla, Katelyn centró toda su atención en la herida de Samuel. Cogió un frasco de yodo y lo aplicó con cuidado sobre la herida de la parte posterior del pie. El antiséptico le escocía, pero el dolor agudo sacó momentáneamente a Samuel de sus convulsiones y su cuerpo se relajó ligeramente.
El subordinado, siguiendo las órdenes de Katelyn, consiguió abrirle la boca a Samuel con cuidado y meterle la pastilla de desintoxicación. La tensión era palpable en la habitación, cada segundo era crucial mientras trabajaban para estabilizarlo.
Mientras tanto, Katelyn, tras desinfectar minuciosamente los instrumentos, cogió un bisturí con manos firmes. Su concentración era absoluta mientras comenzaba la delicada tarea de extraer la bala alojada en el pie de Samuel. Su destreza era evidente mientras realizaba el procedimiento con precisión.
A pesar de la importante hemorragia, Katelyn mantuvo un ritmo rápido y constante. En solo unos minutos, la bala fue extraída con éxito.
Katelyn desinfectó inmediatamente la herida una vez más, y luego la trató y vendó meticulosamente. Todo el proceso se completó en menos de diez minutos.
Aunque la extracción de la bala se realizó sin complicaciones, el verdadero reto era la neurotoxina que ahora amenazaba el organismo de Samuel. Era fundamental identificar la naturaleza exacta de la toxina, lo que requería análisis de sangre que solo podían realizarse en el hospital. Solo con estos resultados se podría administrar el antídoto adecuado de forma eficaz.
Justo cuando Katelyn terminaba de vendar la herida de Samuel, el coche frenó en seco frente al hospital. Gracias a la llamada previa, el equipo médico estaba preparado y esperando su llegada.
La anterior intervención de Katelyn en un caso complejo en este hospital le había granjeado un considerable respeto, y el hecho de que fuera asociada de Hades aceleró aún más su respuesta.
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