¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1383
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Capítulo 1383:
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Los agudos ojos de Katelyn se encontraron con los de Vincent y, en ese breve intercambio, acordaron en silencio su siguiente movimiento.
Vincent se volvió hacia sus subordinados, con voz gélida y autoritaria. «Lleváosla».
Mientras Mona era arrastrada fuera, se retorcía y gritaba, con la voz llena de alegría venenosa. «¡Jajaja! ¡Aunque me hayáis atrapado, no importa! ¡Ninguno de vosotros saldrá con vida!». Su risa salvaje resonó en la sala.
Entonces, fijó la mirada en Samuel y se burló: «¿Sabías que mis balas están recubiertas de veneno? Estás muerto».
Las palabras de Mona hicieron que un escalofrío recorriera la sala. Alfy y Jaxen, que hasta entonces habían mantenido la compostura, intercambiaron miradas preocupadas. Para ellos, Samuel no era solo un asistente, era un amigo, un compañero. No podían permitir que le pasara nada.
Sin embargo, el propio Samuel parecía imperturbable. Encontró la mirada de Mona con una sonrisa burlona y un tono cargado de sarcasmo. —¿Y qué?
La tranquila rebeldía de Samuel no hizo más que aumentar la frustración de Mona. ¿Quiénes eran esas personas que estaban al lado de Vincent? No se inmutaban ante la muerte, era como si la recibieran con los brazos abiertos.
Katelyn, sin embargo, no tenía tiempo para las teatralidades de Mona. Su voz era baja pero firme, y cortaba la tensión como una navaja. —¿Creéis que matarlo es tan fácil? ¡No cuando está en mis manos!
Mona se quedó paralizada, su confianza vaciló por primera vez. ¿Qué quería decir esa mujer? Su veneno no era una toxina cualquiera, era el agente nervioso más letal de Verdant Reach. Una vez que entraba en el torrente sanguíneo, la muerte era inevitable. Samuel no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir… ¿verdad?
Katelyn no le dedicó ni una mirada a Mona. Estaba totalmente concentrada en Samuel. —¡Vamos! —ladró con voz aguda y autoritaria.
Los subordinados entraron en acción, con la urgencia amplificada por la escalofriante advertencia de Mona sobre la bala envenenada. Cada segundo contaba y sabían que incluso el más mínimo retraso podría resultar fatal. Se movieron con rapidez, asegurando a Samuel mientras Katelyn tomaba el mando, con la atención puesta en su objetivo. Dejaron atrás el caos del restaurante.
Vincent, sin embargo, se quedó atrás. Su mirada gélida se clavó en Mona, con una expresión indescifrable pero amenazante. —Ahora —dijo en voz baja y deliberada—. Es tu turno.
Antes de que Mona pudiera reaccionar, Vincent acortó la distancia entre ellos de un solo paso. Extendió la mano y le agarró la barbilla con tanta firmeza que no le dejó margen para resistirse. Le abrió la boca a la fuerza y le introdujo rápidamente una pequeña pastilla.
Los ojos de Mona se abrieron con pánico mientras intentaba escupirla, pero la pastilla se disolvió al instante al entrar en contacto con su lengua, sin dejar rastro. Miró a Vincent con ira, con la voz temblorosa por la mezcla de miedo y furia. —¿Qué me has dado?
La expresión de Vincent siguió siendo fría e inflexible. —Considéralo un pequeño incentivo para que cooperes —respondió con tono desprovisto de emoción. No dio más explicaciones.
En cuestión de segundos, Mona fue arrastrada, y sus protestas se desvanecieron en la distancia mientras Vincent observaba con una calma de acero.
Vincent se volvió hacia Jaxen, con tono firme y decidido. —Mantén a Alfy a salvo. Es demasiado peligroso aquí fuera. Envíala de vuelta a casa de su tío. Sin esperar respuesta, Vincent se alejó con paso firme, con la mente acelerada. Sabía que en cuanto él y Katelyn salieran, se verían envueltos en una tormenta de problemas. Lo último que quería era exponer a Alfy a un peligro innecesario, sobre todo cuando un solo paso en falso podía complicar aún más las cosas para Katelyn.
Alfy, aunque visiblemente descontenta, entendió el razonamiento de Vincent. Cruzó los brazos y dejó escapar un suspiro de frustración, siguiendo con la mirada a Vincent hasta que desapareció de su vista. «Es que no quiero volver», murmuró.
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