¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1378
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Capítulo 1378:
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El breve paseo hasta la farmacia la había ayudado a sentirse un poco más fresca. Con Alfy y Jaxen presentes, parecía una gran oportunidad para reconectar mientras comían.
Sin embargo, Vincent no le quitaba los ojos de encima. Era evidente que, al salir apresurada, todavía llevaba puesta la ropa de estar por casa debajo del abrigo. Una sombra de sospecha cruzó su rostro cuando le preguntó: «¿Dónde estabas?».
Katelyn se detuvo, tomada por sorpresa. No quería revelar que había ido a comprar anticonceptivos. Si Vincent descubría sus intenciones de evitar el embarazo, podría molestarse. Intentando parecer despreocupada, respondió: «Oh, por el pasillo. Voy a cambiarme».
Incluso Alfy notó que Katelyn parecía inusualmente ausente ese día. Sin embargo, no podía identificar exactamente qué le molestaba.
Vincent observó a Katelyn mientras se dirigía al vestuario, decidiendo no preguntarle nada más.
Poco después, Katelyn salió, lista para irse. Se marcharon juntos.
Había pasado algún tiempo desde la última vez que se vieron, y Alfy estaba rebosante de emoción, entablando una animada conversación con Jaxen. Su alegría parecía contagiar a todos, incluso levantando el ánimo de Katelyn. Esto alivió un poco la tristeza de Katelyn por las recientes revelaciones sobre la familia Ruiz.
Después de cuarenta minutos en coche, Vincent aparcó en un restaurante. Habían reservado con antelación, por lo que los camareros ya estaban preparando los platos.
En cuanto se sentó, Katelyn se volvió hacia Alfy y le preguntó con curiosidad: «¿Cómo ha aceptado tu tío que vinieras aquí?».
Sorprendida, Alfy dudó. Negó con la cabeza y respondió: «No lo sé. Cuando Jaxen habló con él, simplemente dijo que sí». Bernie no solía ser de los que mostraban tanta compasión, pero a ella no le importaba. Estaba encantada de estar allí.
Mientras tanto, Jaxen se echó el pelo hacia atrás con estilo y se jactó: «Esto demuestra mi irresistible encanto. Ni siquiera tu tío ha podido decirme que no». Katelyn frunció los labios sin querer.
Vincent miró a Jaxen con frialdad y dijo con dureza: «Qué vanidoso, ¿eh? Pero solo tienes un aspecto normal».
Katelyn y Alfy se echaron a reír a carcajadas ante sus palabras. Jaxen parecía herido, con su orgullo herido. —¡Vincent, eso ha sido muy duro! ¿No se supone que somos amigos?
Vincent mantuvo una expresión neutra, arqueando ligeramente las cejas. —Solo digo la verdad. ¿No puedes soportar la verdad?
Jaxen se agarró el pecho dramáticamente, como si hubiera recibido un golpe emocional profundo. Eso era típico de Vincent. Siempre era directo. Jaxen se volvió hacia Katelyn y suspiró con emoción exagerada: —¿Cómo lo aguantas? Sus palabras son tan afiladas que podrían cortar.
Una sonrisa más amplia se extendió por el rostro de Katelyn. Ella respondió en tono juguetón: —No lo sé. ¿Quizás porque nunca me habla así?». Reflexionando sobre ello, se dio cuenta de que era cierto. Vincent nunca le había hablado con dureza, nunca había pronunciado una sola palabra negativa. La apoyaba incondicionalmente, independientemente de sus decisiones. Este apoyo constante hacía que Katelyn se sintiera única y cómoda con él. Nunca se había sentido tan apoyada en relaciones anteriores, lo que resaltaba la importancia de Vincent para ella.
Jaxen exhaló profundamente y dijo: «Eres un caso perdido».
Alfy se echó a reír, sujetándose el estómago. Disfrutaba mucho con las exageradas reacciones de Jaxen. Eran su fuente diaria de diversión. En ese momento, el camarero llegó con la comida y anunció: «Este plato es un regalo especial de nuestro jefe».
El camarero colocó un plato de tartar de ternera sobre la mesa. Tenía un aspecto apetitoso y aromático. Pero en cuanto Katelyn lo vio, su rostro se tensó y frunció el ceño.
Vincent se dio cuenta de la reacción incómoda de Katelyn ante el tartar e inmediatamente supo que algo andaba mal. Se levantó con cuidado de su asiento y anunció: «Voy al baño».
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