¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1322
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Capítulo 1322:
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Al llegar a la esquina, se dio cuenta de que el camarero la seguía de cerca.
Una repentina inquietud le punzó los sentidos. Algo no iba bien. Antes de que pudiera darse la vuelta, la actitud del camarero cambió drásticamente. Su expresión, antes cortés, se oscureció y sus ojos brillaron con malicia. «¡Vete al infierno!», siseó, lanzándose hacia ella.
De repente, el camarero sacó una pistola y apuntó directamente a la cabeza de Katelyn.
Un fuerte estruendo resonó en la sala.
Los reflejos de Katelyn fueron rápidos; se apartó rápidamente y esquivó la bala por los pelos. La bala se incrustó en la pared detrás de ella y levantó una nube de polvo.
El restaurante se sumió en el pánico, con los clientes gritando y corriendo en todas direcciones, creando un caos instantáneo.
Katelyn sabía que no debía enfrentarse directamente al camarero armado, sobre todo sin tener ningún arma.
Cuando el camarero volvió a apuntarle con el arma, se lanzó rápidamente hacia la mesa más cercana. Casi al instante, la bala se estrelló contra la mesa en la que había buscado refugio. El eco agudo de la bala rebotando resonó en el aire.
Katelyn intentó llamar a Vincent con su teléfono, pero enseguida se dio cuenta de que no había cobertura. La situación era claramente un asesinato planeado. Estos asaltantes la habían elegido específicamente a ella como objetivo.
Se escucharon más disparos y las balas impactaron en la mesa bajo la que se escondía.
Katelyn hizo una mueca de dolor. Quedarse allí no era una opción, era demasiado peligroso.
Rápida como un rayo, desmontó su teléfono, sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo y lo conectó al teléfono. Se trataba de un comunicador satelital en miniatura. Aunque las señales de la red local estaban bloqueadas, este dispositivo podía transmitir datos a través del satélite. Katelyn configuró el dispositivo en cuestión de segundos, manejándolo como si fuera un juguete.
Cuando el camarero se acercó, le preguntó fríamente: «¿Quién te ha enviado aquí?». Continuó manejando el dispositivo sin interrupción. Envió rápidamente un SOS a Vincent con un breve mensaje: «SOS, ARMA».
El camarero, sin responder, levantó el arma una vez más y volvió a disparar hacia Katelyn. Lo único que quería era apretar el gatillo y acabar con la vida de Katelyn. La simplicidad de su intención asesina no dejaba lugar a dudas. Era la marca de un asesino experimentado: distante, preciso y completamente obsesionado con su presa.
Al darse cuenta de que las palabras serían inútiles, Katelyn vio algunos objetos decorativos y jarrones esparcidos por el suelo. Rápidamente agarró uno y lo lanzó contra el camarero que se acercaba.
¡Bang!
El adorno fue alcanzado y se hizo añicos en el suelo. El camarero avanzó metódicamente hacia Katelyn con cada paso deliberado.
Para Katelyn, el suave golpeteo de sus pasos sonaba siniestramente pesado. Prefiriendo la acción a la resignación, Katelyn decidió actuar. Divisó una silla cerca, la agarró y la lanzó con fuerza contra el camarero. Bang, bang. Inmediatamente después de su lanzamiento, se oyeron dos disparos más.
Gracias a la rápida reacción de Katelyn, el camarero falló el tiro y las balas se desviaron y golpearon la lámpara de cobre del restaurante, que lanzó una lluvia de chispas.
Katelyn no tuvo tiempo de ver el efecto; rápidamente lanzó una patada hacia las rodillas del camarero.
Él intentó esquivar el ataque, pero Katelyn, con su experiencia médica, sabía bien cómo atacar los reflejos humanos. Cuando su pierna se extendió, las rodillas del camarero se doblaron instintivamente.
Se derrumbó sobre el suelo de baldosas con un golpe sordo. El sonido de sus rodillas contra las baldosas fue seguido por un grito agudo de dolor. Aprovechando la oportunidad, Katelyn le dio un rápido codazo en la cara al camarero. Su aullido llenó el aire, ya que el dolor casi le hizo soltar el arma.
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