¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1318
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Capítulo 1318:
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Una oleada de emoción se apoderó de Katelyn, dejándola ligeramente conmovida. Nunca antes alguien le había confesado algo con tanta franqueza y sinceridad. Los recuerdos de las dificultades del pasado y el dolor de descubrir quién era la prometida de Vincent —que ya no lo era— resurgieron, liberando un torrente de emociones que ya no podía reprimir.
Katelyn se volvió hacia Vincent, asintió con firmeza y dijo: «Sí, lo haré».
En un abrir y cerrar de ojos, el aire pareció cobrar vida, con pétalos de flores revoloteando a su alrededor en una delicada danza.
La frialdad habitual en los ojos de Vincent desapareció, dando paso a una suave calidez que suavizó toda su expresión. En lugar de inclinarse para darle un beso, metió la mano en el bolsillo y sacó una pequeña caja, que le ofreció a Katelyn con delicadeza.
La curiosidad brilló en los ojos de Katelyn mientras miraba a Vincent, aceptaba la caja y preguntaba: «¿Qué es esto?».
La sonrisa de Vincent era sutil, pero llena de significado, mientras decía: «Ábrela y descúbrelo».
Ansiosa por desvelar el misterio, Katelyn levantó con cuidado la tapa de la caja de terciopelo. Sus ojos se abrieron con asombro, con una luz brillante bailando en ellos.
En su interior había una pulsera de piedras preciosas de exquisito diseño, diferente a todas las que había visto antes. No era una pieza sencilla y maciza, sino que estaba intrincadamente hueca, mostrando una maestría artesanal en cada delicado detalle. Aunque no estaba pensada para llevarla puesta, su valor como pieza de coleccionista era innegable, lo que la convertía en un tesoro exquisito.
A primera vista, Katelyn quedó cautivada por su belleza. Era casi imposible encontrar una pieza así en las tiendas. Incluso los artesanos más prestigiosos en el tallado de piedras preciosas tendrían dificultades para crear algo tan único. Estaba claro que esta pulsera era una antigüedad muy rara. La técnica utilizada para crearla parecía pertenecer a una época pasada, un arte olvidado.
Como diseñadora de joyas, Katelyn sentía una profunda pasión por descubrir la artesanía perdida. Disfrutaba del misterio de descubrir estos métodos antiguos.
La voz de Vincent la sacó de su ensimismamiento cuando le explicó con delicadeza: «Esta pulsera me la dejó mi madre, era para mi futura esposa». La mente de Katelyn se aceleró, atónita por sus palabras. Mirando a Vincent, le preguntó con voz teñida de incredulidad: «¿Por qué me das algo tan precioso?».
Más allá de su valor material, el verdadero significado del gesto de Vincent al ofrecerle la pulsera residía en el gesto en sí mismo, símbolo de algo mucho más profundo.
Vincent mantuvo la sonrisa, con la mirada fija en Katelyn. «Porque te lo mereces».
No había nadie más para él. Ella era la mujer que quería y ninguna otra podría ocupar su lugar.
El amor nunca había sido algo que Vincent hubiera perseguido. Siempre había sido distante y reservado en lo que se refería a las relaciones. Los sentimientos que sentía por Katelyn eran un cambio raro e intenso para él, y si alguna vez se separaban, no podía imaginar estar con nadie más.
Para Vincent, el amor no era algo pasajero. Era un compromiso de por vida, una vez que entregaba su corazón de verdad.
Katelyn se quedó en silencio, atónita, con la mente acelerada para comprender sus palabras.
¿De verdad había tomado ya una decisión tan importante?
En ese momento, su corazón se aceleró con emociones que no había previsto. La pulsera de piedras preciosas que tenía en la mano le parecía más pesada, como si el peso de las palabras de Vincent se hubiera impregnado en ella.
Katelyn se quedó en silencio, con la mente nublada por los pensamientos mientras los segundos se alargaban.
Justo cuando Vincent se preparaba para el rechazo, Katelyn finalmente lo miró a los ojos. Su expresión era seria e inquebrantable cuando dijo: «Vincent, ¿de verdad entiendes las consecuencias si me traicionas después de que te he entregado mi corazón?».
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