¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1291
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Capítulo 1291:
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Austen dudó un momento. Frunció el ceño mientras consideraba su petición, claramente preocupado por ella.
Katelyn fijó su mirada en él con expresión fría. —Ya conoces mis métodos —dijo con firmeza—. Puedo curar a Elora o hacerle daño.
En ese momento, la atmósfera se volvió tensa y escalofriante. Austen sintió una fuerte presión que le dificultaba respirar. ¡La sensación era abrumadora! Austen estaba ahora seguro de que Katelyn podía hacerles daño a él y a Elora si así lo decidía.
Frunció el ceño y asintió solemnemente. «¡Juro que si traigo esta confianza, perderé a la princesa Elora para siempre!».
La gravedad de su juramento fue suficiente. Austen apreciaba profundamente a Elora, por lo que su promesa tenía un gran peso.
Convencida de su sinceridad, Katelyn habló en voz baja. —Necesito que investigues a alguien. Una persona de Yata que estuvo en la misma sala del hospital que Sharon Bailey hace unos veinte años. Necesito su identidad exacta.
Una sensación de pavor invadió el corazón de Austen. Hace unos veinte años… Sharon Bailey…
Si no recordaba mal, Sharon era la madre adoptiva de Katelyn. ¿Por qué querría Hades investigar a esta persona? ¿Había alguna conexión entre ellos?
Austen estaba confundido y no lo entendía del todo.
Katelyn, con voz fría, repitió: «Céntrate en la investigación. Evita preguntas innecesarias y recuerda tu juramento».
Austen asintió y respondió: «Entendido».
Katelyn no dijo nada más y se dio la vuelta, dirigiéndose hacia el garaje.
Austen se quedó donde estaba, sumido en sus pensamientos, mirando en la dirección en la que se había ido Katelyn.
Tres minutos más tarde, cuando Katelyn se acercó a su coche, dudó brevemente al ver a Vincent en el asiento del conductor. Luego siguió caminando. Se dirigió directamente al lado del pasajero, entró, cerró la puerta y se abrochó el cinturón de seguridad.
Vincent no dijo ni una palabra. Arrancó el coche y se dirigió hacia el hotel.
Mientras tanto, Katelyn comenzó a desmaquillarse en el asiento del copiloto. No pudo evitar suspirar para sí misma. ¿Cómo había conseguido Vincent saber tanto sobre ella? Este hombre no le dejaba ni un ápice de intimidad.
Cuando Katelyn terminó de desmaquillarse, miró a Vincent. Se dio cuenta de que conducía en silencio.
Con un toque de curiosidad, le preguntó de repente: «¿No hay nada que quieras preguntarme?».
Parecía que no sentía curiosidad alguna por sus acciones, mostrando una paciencia poco común en la mayoría de las personas.
Vincent miró a Katelyn, extendió la mano y le dio un suave golpecito en la frente. «Tonta, ¿estás cansada?».
Katelyn se sorprendió. Aún podía sentir el calor del contacto de Vincent en su frente. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras negaba con la cabeza. —No, no estoy cansada.
Se había sentido un poco cansada justo después de salir del quirófano, pero ahora se sentía mejor.
Vincent habló en un tono suave. —Va a tardar un rato en llegar al hotel. Deberías descansar un poco.
Katelyn se recostó en el asiento, con la mirada fija en Vincent. No sabía por qué, pero desde que se habían confesado sus sentimientos, su visión de Vincent había cambiado. Parecía haber un entendimiento más profundo entre ellos, lo que hacía que su relación fuera más armoniosa que antes.
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