¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1289
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1289:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
En ese momento, su teléfono vibró. Lo miró y encontró un mensaje de Vincent. «Katelyn, ¿dónde has ido?».
Dejando a un lado el historial médico, Katelyn respondió: «Al hospital». Su breve respuesta lo decía todo, y Vincent entendió su situación de inmediato. Decidió no preguntar más. Se entendían tan bien que no hacía falta dar más explicaciones. Katelyn guardó el teléfono en el bolsillo, volvió a revisar los documentos y luego le dijo a otra enfermera: «Por favor, lléveme al quirófano». Al fin y al cabo, se trataba de un hospital de Yata y Katelyn no estaba familiarizada con la distribución.
La enfermera asintió y le indicó el camino. «De acuerdo, Hades, por aquí». Cuando Katelyn estaba a punto de salir de la habitación, apartó la mirada de los documentos y se dirigió a Austen: «No te cobraré por tratar a Elora, pero necesito que hagas algo por mí».
Austen la miró en silencio.
Sin esperar su respuesta, Katelyn añadió: —No te pediré que hagas nada ilegal ni inmoral, pero podría ser peligroso.
En ese momento, todas las fuerzas de Katelyn estaban bajo vigilancia de la Organización T. Por lo tanto, necesitaba a alguien ajeno a ella para llevar a cabo su tarea, y Austen parecía el más adecuado.
Austen respondió rápidamente: «Hades, estoy listo para recibir tus órdenes». Mientras no se tratara de algo ilegal o inmoral, el peligro era lo único que le daba miedo.
Katelyn dejó de hablar, recogió los documentos y salió mientras los revisaba.
El trayecto desde la sala hasta el quirófano solo duró unos minutos, durante los cuales Katelyn revisó y memorizó minuciosamente los documentos.
Después de someterse a una desinfección corporal completa, entró en el quirófano. Elora ya estaba preparada en la mesa de operaciones, lo que demostraba la profesionalidad del personal del hospital.
Mientras Katelyn se acercaba, un médico con ropa quirúrgica a su lado le habló respetuosamente: «Hades, soy el director de este hospital y tengo una petición, si me lo permite».
A pesar de sus gafas, la expectación en sus ojos era evidente.
Katelyn frunció ligeramente el ceño y dijo en voz baja: «Proceda».
El director parecía algo indeciso. «¿Puedo invitar a algunos médicos a observar? Su experiencia médica es muy respetada y desean aprender de usted».
Katelyn comprendió la situación de inmediato.
Elora padecía un trastorno de salud mental. Pocos médicos eran capaces de realizar una cirugía para este tipo de enfermedad, ya que requería habilidades médicas avanzadas. Dada la complejidad del cerebro humano, los médicos comunes simplemente no serían capaces de comprenderlo. Incluso los médicos experimentados especializados en este campo podrían no ser capaces de llevarlo a cabo.
El director siguió observando a Katelyn, sintiéndose un poco ansioso, preocupado de que ella pudiera negarse.
Katelyn no se inmutó ante la petición y respondió con calma: «No hay problema».
En ese instante, el director sintió un gran alivio.
Sin embargo, Katelyn intervino: «Sin embargo…».
El corazón del director se alegró una vez más mientras miraba a Katelyn, esperando a que hablara.
«Debe haber suficiente espacio para que pueda operar cómodamente, y el número de observadores debe ser limitado».
Este era su principio básico. Estaba abierta a tener público durante sus procedimientos. Creía que difundir los conocimientos médicos era beneficioso. Cuanta más gente dominara estas habilidades, más vidas se podrían salvar.
.
.
.