¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1279
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Capítulo 1279:
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Se volvió hacia Katelyn y le dijo con franqueza: «Si no quieres estar con Vincent, no deberías enredarte en esta situación. No te beneficiará».
Las relaciones de poder en Yata eran demasiado complicadas. Cada decisión podía desencadenar una cadena de efectos. Incluso un pequeño error podía tener consecuencias importantes.
Mientras se maquillaba, Katelyn se detuvo, dejó el pincel y se volvió hacia Ashlyn con determinación. «Estoy dispuesta a correr el riesgo». Su declaración directa hizo que Ashlyn se quedara sin palabras. Antes creía que Vincent estaba loco. Ahora parecía que Katelyn era igual de imprudente.
A pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, Ashlyn no pudo ocultar su emoción. Miró a Katelyn y sonrió. —En este mundo cruel, vosotras dos realmente destacáis.
Katelyn miró a Ashlyn con aire cansado y se masajeó las sienes. —Anoche no decías eso.
Sin embargo, Ashlyn se limitó a sonreír, se acomodó en el sofá y miró a Katelyn con una mirada relajada. —Solo quería evitar que corrieras peligro.
Aunque el amor era importante, la seguridad también lo era. Cualquiera que fuera la decisión final de Katelyn, Ashlyn no se opondría, siempre y cuando Katelyn la hubiera meditado cuidadosamente. Al fin y al cabo, era la vida de Katelyn. Los amigos podían aconsejar, pero debían evitar entrometerse demasiado en las decisiones de los demás. Esa moderación era fundamental en las relaciones.
Katelyn comprendió claramente la intención de Ashlyn. Le devolvió la sonrisa con calidez. —No te preocupes. Elija el camino que elija, me mantendré alejada de los problemas.
Convencida de que Katelyn lo había pensado bien, Ashlyn se limitó a asentir con la cabeza. Luego, recordando la urgencia de su situación, cambió rápidamente de tema. —¿Hemos encontrado alguna pista más sobre los cómplices de Sophia?
Atrapar a Sophia seguía siendo un objetivo inalcanzable. Sin embargo, descubrir cualquier prueba adicional seguiría siendo útil.
La mención de Sophia le provocó un dolor de cabeza a Katelyn. Se sentó junto a Ashlyn y suspiró. —Aún nada. Aunque Yata era su bastión, han cubierto bien sus huellas.
Además, la mayor parte de sus fuerzas y las de Vincent no estaban estacionadas en Yata. Esta restricción dificultaba considerablemente sus esfuerzos.
Ashlyn exhaló un suspiro de preocupación. —Sophia es como una bomba de relojería, impredecible.
Su ansiedad era constante. Se preguntaba qué había despertado la ira de Sophia. Sin la intervención de Katelyn, los planes de Sophia podrían haberla abrumado ya.
Katelyn permaneció en silencio. En ese momento, poco podía hacer. Aún no entendía el motivo por el que habían secuestrado y herido a Zoey.
En ese momento, el teléfono de Katelyn vibró con un mensaje entrante. Vio que era de Jaxen.
Su mensaje decía: «Esto es lo que Vincent y yo descubrimos anoche. Por favor, échale un vistazo».
El mensaje incluía varios archivos adjuntos. Las imágenes eran borrosas y estaban poco iluminadas, pero Katelyn forzó la vista y distinguió su contenido. Entrecerró los ojos. Las fotos mostraban el secuestro de Zoey. Más inquietante aún, Zoey estaba siendo agredida por un grupo de vagabundos, mientras un vehículo que claramente pertenecía a Sophia estaba aparcado cerca, supervisando la escena.
Ashlyn sintió curiosidad por lo que Katelyn había visto para provocar tal reacción. Se acercó para ver mejor.
Exclamando con repugnancia, Ashlyn hizo una mueca ante las horribles escenas, jadeó y luego corrió al baño para echarse agua fría en la cara antes de volver.
Regresó con una mirada de horror y exclamó: «¿Se puede llamar humanos a estos seres? ¡Se comportan como monstruos!».
La brutalidad infligida a la mujer era evidente en las imágenes. Katelyn recordó los actos vergonzosos que Zoey había cometido anteriormente contra ella. Sin embargo, el tormento que Zoey había sufrido en las fotos superaba lo que Katelyn había imaginado. No tuvo que pensarlo dos veces para saber cuál sería el destino final de Zoey. El nivel de malicia necesario para cometer semejante crueldad repetida era inmenso.
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