¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1240
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Capítulo 1240:
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Katelyn frunció el ceño, desconcertada por su comportamiento. Habían pasado varios días desde que accedió a la peculiar petición de Austen. Lógicamente, ya debería haber regresado a Yata. Sin embargo, allí seguía, aún en Granville, una decisión tan desconcertante como poco habitual en él. Su prolongada estancia en Granville desafiaba toda lógica.
Vincent arqueó una ceja y dijo con voz firme:
—No le demos más vueltas por ahora. Ya nos ocuparemos de él cuando lleguemos a Yata. Katelyn no pudo hacer más que asentir.
Mientras tanto, en la cafetería del aeropuerto, Alfy y Ashlyn estaban ocupados convirtiendo el mostrador de aperitivos en su tesoro personal. Alfy, prácticamente saltando de emoción, se paró en la entrada y saludó con entusiasmo.
—¡Katelyn! ¡Por aquí! ¿Qué quieres comer?
Katelyn se recompuso, recogió sus pertenencias y se acercó.
Un vistazo a las estanterías de la tienda —y a la montaña que Alfy llevaba en brazos— le indicó que la aprendiz había literalmente saqueado la tienda. Katelyn arqueó una ceja y comentó: —Has comprado mucho. ¿Seguro que te lo vas a poder comer todo?
Alfy se rió, con una alegría tan desenfrenada como un arroyo burbujeante.
—¿Qué más da? ¡Todo tiene muy buena pinta! ¡Tú también deberías elegir algo!
Katelyn se rió entre dientes y negó con la cabeza.
—No hace falta. Ya tienes bastante. Dame tu mochila antes de que se te caiga todo y lo ensucies todo.
Los aperitivos apilados en los brazos de Alfy amenazaban con derrumbarse como una torre inestable. A ese ritmo, pronto sería imposible caminar. Sin dudarlo, Alfy le pasó la mochila a Katelyn.
Ashlyn observó la escena con expresión tierna. Entre Katelyn y Alfy había un vínculo fraternal, una especie de cariño espontáneo que le alegraba el corazón.
Ashlyn había crecido como hija única y nunca había compartido una conexión así con nadie. Verlas a las dos le provocó una punzada de nostalgia.
Alfy interrumpió el ensimismamiento de Ashlyn, cogió un dulce de la bolsa y se lo ofreció.
—Tome, señorita Marshall. ¡Este está riquísimo y muy dulce!
Ashlyn aceptó el dulce con una suave sonrisa en los labios.
—Gracias, Alfy.
Alfy lo rechazó con un gesto despreocupado.
—¡Espero que le guste!
Alfy envolvió otro caramelo y se lo metió en la boca, con un entusiasmo tan contagioso que Katelyn no pudo evitar sonreír.
Con Alfy cerca, el aburrimiento no tenía cabida. El vuelo pasó en un torbellino de charlas, risas y alguna que otra siesta. Cuando desembarcaron, las cinco o seis horas parecieron minutos.
En el hotel, mientras todos se acomodaban, sonó el teléfono de Alfy. Echó un vistazo a la pantalla y sus ojos se iluminaron al contestar: «Tío, he llegado a Yata, pero esta noche me quedo con mi mentor. No volveré a casa todavía».
Katelyn se entretuvo deshaciendo las maletas, pero cuando volvió del armario, se fijó en que Alfy estaba sentada sola, con su habitual alegría apagada. Katelyn frunció ligeramente el ceño y le preguntó con tono preocupado: «¿Por qué esa cara? ¿Te ha dicho algo tu tío que te ha molestado?». Justo antes de entrar en el armario, Alfy había estado hablando por teléfono con su tío. Probablemente, su estado de ánimo tenía algo que ver con esa llamada.
Alfy, con los labios fruncidos, levantó la vista con un toque de melancolía.
—Mi tío quiere que me vaya a casa.
Su voz denotaba renuencia. Solo pensar en dejar a Katelyn le amargaba el humor.
Katelyn se enterneció. Se acercó y le acarició la espalda con suavidad, con voz tranquilizadora.
—Probablemente solo te echa de menos. Llevas un tiempo en Granville y seguramente está preocupado. Eso es todo.
Alfy se apoyó en Katelyn y la rodeó con los brazos por la cintura. Estar con Katelyn tenía algo que hacía que el mundo pareciera un poco menos pesado, un poco más vivo.
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Nota de Tac-K: Lindo día para ustedes queridas personitas, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (ɔO‿=)ɔ ♥
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