¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1237
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Capítulo 1237:
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Sin embargo, por más que Katelyn se concentraba, no se le ocurría nada. No podía pensar en nadie que utilizara un tipo de diamante tan específico para un botón. Con expresión desconcertada, dudó, tratando de recordar cualquier cosa que pudiera relacionarla con el objeto.
Katelyn admitió: «Ahora mismo no se me ocurre nada, pero si recuerdo algo, se lo diré sin falta».
El agente frunció ligeramente el ceño; tenía la esperanza de que Katelyn recordara algo.
Justo cuando el silencio empezaba a instalarse, Vincent intervino inesperadamente.
«Identificar el origen de este botón podría ser más sencillo de lo que parece. Céntrate en diseñadores de renombre que acepten encargos personalizados».
Esta técnica centró la investigación. No todos los diseñadores realizan diseños personalizados. Este nivel de artesanía exige una experiencia particular y amplios recursos. Aunque hay muchos diseñadores de moda, solo unos pocos dominan realmente el oficio al más alto nivel.
La revelación hizo que el agente sonriera cálidamente a Vincent, expresándole su gratitud.
«Sr. Adams, gracias. Ahora tengo una pista». Al principio, su desconocimiento del mundo de la moda le había dejado sin pistas sobre la importancia del botón. Estos botones parecían encontrarse en todas partes, y localizar el exacto era como buscar una aguja en un pajar.
Sin embargo, la información de Vincent proporcionó a la policía una pista sólida, lo que redujo considerablemente el área de búsqueda.
Vincent lo reconoció con un gesto de asentimiento.
Después de salir de la comisaría con Vincent, Katelyn se detuvo y se volvió hacia él, frunciendo el ceño.
—Empiezo a pensar que la muerte de Lise podría estar relacionada con alguien que conocemos. La familiaridad del botón era demasiado llamativa como para ignorarla.
Con un golpecito juguetón en la frente, Vincent le susurró: «No te preocupes. ¿Qué tal si vamos a cenar?». Luego se dirigió hacia el coche. Katelyn se tocó la frente, viéndolo alejarse, desconcertada por un momento. Su gesto le pareció inusualmente íntimo, pero no le desagradó. Al contrario, quería más.
Respiró hondo, se volvió a tocar la frente y decidió dejar a un lado sus sentimientos más profundos sobre lo que podría pasar con él. Prefirió no pensar en las posibilidades que se abrían ante ella.
Cuando volvió a mirar, Vincent ya se había acomodado en el coche. Al verlo arrancar el motor, Katelyn se subió rápidamente y cerró la puerta.
Se volvió hacia él y le preguntó: «¿Adónde vamos?».
Momentos como este, cenando a solas con él, eran poco frecuentes. Aunque había decidido mantener cierta distancia, pensó que compartir una comida juntos no tenía nada de malo y decidió no darle más vueltas.
Vincent le dedicó una cálida sonrisa y respondió: «Hay un restaurante nuevo en la ciudad que está recibiendo críticas fantásticas».
Katelyn asintió con la cabeza y aceptó, conteniendo su curiosidad.
En solo veinte minutos llegaron al restaurante.
Al salir del coche, Katelyn siguió a Vincent al interior. El diseño elegante y moderno del edificio dejaba claro que el restaurante era nuevo. Su popularidad era evidente por la larga cola de gente que esperaba fuera. Ignorando la cola, entraron directamente.
«Señor Adams, señorita Bailey, por aquí, por favor», dijo el camarero, confirmando que Vincent había hecho una reserva.
Mientras los conducían a un salón privado, Katelyn se detuvo de repente. Al notar su vacilación, Vincent frunció ligeramente el ceño y le preguntó: «¿Pasa algo?».
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