¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1215
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Capítulo 1215:
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Katelyn se recostó en su silla, con una expresión tan inflexible como la piedra.
—¡Estás aquí porque infringiste la ley! Has arruinado innumerables vidas y ahora no quieres afrontar las consecuencias. ¿Acaso crees que el mundo funciona según tus reglas?
Si hubieran tenido un mínimo de respeto por la ley antes de sumergirse en sus crímenes, no habrían llegado tan lejos. Pero no tenían conciencia. No tenían a nadie más a quien culpar que a ellos mismos. ¿Contar con ella para que los salvara? Era como esperar lluvia en el desierto, ¡completamente inútil!
La frustración de Jeff bullía bajo la superficie, pero antes de que pudiera estallar, Sharon habló apresuradamente, con voz suplicante.
—¡Katelyn, lo sentimos! Cometimos errores, errores terribles. Los hemos pagado, ¿no? Por favor, si nos ayudas, te juramos que nunca volveremos a hacer algo así.
La desesperación de Sharon se palpaba en el aire. La idea de permanecer en ese lugar miserable ni un momento más era insoportable. Desde que Lise se había marchado, la crueldad de Deborah no había hecho más que intensificarse. El cuerpo de Sharon era prueba de ello: un lienzo de moretones y cicatrices. Sin embargo, a pesar del dolor, se veía obligada a trabajar duro todos los días. La piel de Sharon, antes suave y delicada, testimonio de su antigua vida privilegiada, se había vuelto áspera y curtida. Los recuerdos de su vida pasada como esposa rica brillaban como un espejismo. Pero Katelyn permaneció impasible.
—Ya te lo he dicho. ¡No voy a salvaros!
Katelyn hizo una breve pausa antes de continuar, con un tono tranquilo pero cortante.
«Debes acatar la ley y aceptar el castigo que te mereces. Cuando llegue el momento, serás puesta en libertad».
El rostro de Sharon se contorsionó de ira ante las palabras de Katelyn. Golpeó la mesa con la mano, y el sonido resonó en toda la habitación. Señalando a Katelyn con un dedo tembloroso, Sharon gritó: «¿Cómo puedes ser tan desagradecida? ¿Tan difícil es sacarnos de aquí? Te hemos criado todos estos años, ¿y así nos lo pagas? Si hubiera sabido que esto iba a pasar, ¡me lo habría pensado dos veces antes de criarte! ¿Para qué sirves?».
El guardia se adelantó inmediatamente, con la porra en la mano, y gritó: «¡Pórtate bien!».
Al ver la porra, la bravuconería de Sharon se desvaneció al instante. Ya había sufrido bastante con ella en la cárcel y sabía que no debía tentar a la suerte.
Aunque Jeff no perdió los estribos, su expresión sombría delataba su rabia contenida, como si quisiera hacer pedazos a Katelyn.
Katelyn, sin embargo, permaneció completamente imperturbable, con voz fría y firme, y respondió: «¿Qué te importa mi éxito? No olvides que fuisteis vosotros quienes cortasteis toda relación conmigo. Os di mil millones como pago por criarme. ¿Qué más queréis?».
Sharon, aunque intimidada por la advertencia del guardia, siguió mirando a Katelyn con desprecio, con voz llena de desdén.
—¿Crees que mil millones pueden compensar todo nuestro amor y cuidados? ¡Nunca! No eres nada comparada con Lise. Nuestra Lise es mucho mejor que tú.
Jeff asintió con la cabeza, con la mirada fría fija en Katelyn.
«No invertimos tanto en Lise como en ti, y sin embargo ella nos envía dinero para hacernos la vida más fácil aquí. ¿Y tú qué?».
Sus palabras estaban llenas de elogios hacia Lise, como si fuera su orgullo y alegría. A Katelyn le pareció ridículo.
Los miró con sarcasmo en los ojos y preguntó: «Si Lise es tan maravillosa, ¿por qué no os ha sacado de aquí?».
Una expresión de vergüenza cruzó el rostro de Sharon. Si hubieran podido ponerse en contacto con Lise, no habrían recurrido a Katelyn. Pero Sharon no estaba dispuesta a admitirlo. Fingiendo calma, miró a Katelyn y dijo: «Solo queríamos darte una oportunidad para que demostraras tu valía».
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