¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1214
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Capítulo 1214:
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Katelyn cogió la botella sin dudarlo.
«Gracias», dijo en voz baja, desenroscando el tapón y dando varios tragos largos.
El agua fría pareció lavar el peso que le oprimía el pecho, dejándola un poco más ligera.
—Son Jeff y Sharon —dijo finalmente—. Tenemos que ir a la cárcel.
Habían estado exigiendo su presencia. Aunque al principio había ignorado sus peticiones, ahora sentía que era hora de enfrentarse a ellos, sobre todo ahora que la crisis del Grupo Wheeler estaba prácticamente resuelta. Era hora de contarles lo de la muerte de Lise. Vincent dijo: —De acuerdo.
Sin más discusión, el coche rugió y se puso en marcha hacia la prisión.
Cuarenta minutos más tarde, llegaron.
Katelyn se volvió hacia Vincent, su expresión se suavizó por un instante.
—Sr. Adams, ¿podría esperar aquí?
Después de todo, no podía arriesgarse a que los Bailey vieran a Vincent, quién sabe qué cosas desagradables podrían decir.
Vincent asintió con la cabeza.
—De acuerdo —respondió.
La observó mientras se dirigía hacia la entrada de la prisión, mientras él se quedaba atrás, sentado en el asiento del conductor.
Dentro de la prisión, Katelyn se enfrentó al matrimonio Bailey. Su fragilidad era evidente: los años y sus propias decisiones los habían reducido a meras sombras de lo que habían sido. Sin embargo, su corazón seguía frío. Su difícil situación era culpa suya, y ella no sentía ninguna compasión por ellos.
Una vez que la pareja se sentó frente a ella, Katelyn no perdió tiempo.
—¿Qué queréis?
No tenía paciencia para cortesías, sabiendo que solo le revolverían el estómago. El simple hecho de ver a los Bailey era suficiente para despertar su malestar, con la historia que compartían con Lise aún fresca en su mente.
Jeff y Sharon intercambiaron miradas. Finalmente, Sharon esbozó una sonrisa forzada, con voz melosa y persuasiva.
—Katelyn, nosotros te criamos, ¿no? Ahora que vives la buena vida, seguro que puedes dedicarnos un pensamiento.
Antes podían ponerse en contacto con Lise, pero cuando ella se volvió inaccesible, se vieron obligados a recurrir a Katelyn. La vida en prisión era insoportable y no podían soportar ni un momento más.
Katelyn frunció los labios en una mueca de desprecio.
—¡No voy a salvaros! —dijo sin rodeos.
Sus palabras dejaban claras sus intenciones: sabía perfectamente por qué la habían llamado. Ni siquiera mostraban remordimiento. ¿De verdad creían que iba a acudir en su rescate y sacarlos del lío en el que se habían metido? ¿Qué les hacía pensar que estaría dispuesta a ayudarles?
El rostro de Jeff se ensombreció y su intento por contenerse se desvaneció. A pesar de su incomodidad, tuvieron que tragarse su irritación, sabiendo que necesitaban su ayuda.
Aun así, él lo intentó de nuevo, esta vez con voz más suave.
—Cariño, somos viejos. Si nos quedamos aquí mucho más tiempo, este lugar nos enterrará vivos. ¿De verdad puedes quedarte de brazos cruzados y dejar que eso suceda?
La vida entre rejas había convertido cada día en una pesadilla. El trabajo implacable, los moretones de las palizas, el miedo constante… Era un infierno que ya no podía soportar. Era peor que cualquier banda de los barrios más duros. Solo pensarlo hacía que Jeff temblara de miedo.
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