¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1212
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Capítulo 1212:
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Katelyn miró a Vincent, momentáneamente atónita. ¿Estaba haciendo todo esto… por ella?
El rostro de Neil se puso rojo como un tomate, ya fuera por la tos o por la rabia.
—¡Vincent, no vayas demasiado lejos! —gritó, con la voz quebrada por la furia.
Vincent dio un paso adelante, con su imponente presencia elevándose sobre Neil. Su tono era bajo, mortal.
—Fuiste demasiado lejos en el momento en que la atacaste. Esto es una advertencia: si lo vuelves a intentar, el Grupo Wheeler será borrado de Granville.
Era cierto: el Grupo Wheeler ya estaba en ruinas. Gracias a las acciones de Neil, la empresa había sufrido un golpe tan duro que la recuperación parecía imposible.
Neil apretó los puños con fuerza, hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Lo único que podía hacer ahora era mirar a Vincent con odio. Se juró a sí mismo que tanto Vincent como Katelyn pagarían caro lo que había pasado ese día.
Neil, eres un desvergonzado
Era la primera vez que Liam se encontraba cara a cara con Vincent. El aire que rodeaba a Vincent parecía crepitar con una energía amenazante, y Liam, plenamente consciente de la tensión, optó por el silencio como aliado. Provocar a Vincent en un momento tan delicado habría sido como meter el dedo en un avispero.
Durante treinta minutos, Vincent desató una tormenta implacable de destrucción sobre la propiedad del Grupo Wheeler. Dejó a los empleados pálidos y temblando, como hojas frágiles azotadas por un vendaval.
Una vez que su ira se calmó, Vincent se volvió hacia Katelyn y su expresión se suavizó mientras hablaba.
—¿Vamos?
Por un breve instante, la ternura de su voz hizo difícil creer que la persona violenta de hacía unos momentos hubiera existido alguna vez.
Katelyn le devolvió la mirada y asintió con la cabeza, evitando decididamente mirar a Neil, Liam o cualquier otra persona en la sala. Sin mirar atrás, siguió a Vincent.
Pero justo cuando llegaba a la puerta, la voz de Neil rompió el silencio cargado.
—Katelyn, ¿así eres ahora? ¿Tan despiadada que te vas a marchar mientras mi abuela se muere de pena?
Katelyn vaciló. Se volvió, con una expresión más fría que el aliento del invierno.
—¡Neil, eres un desvergonzado!
Le desconcertaba cómo alguien tan amable como Carol había criado a un nieto tan lamentable. El intento de Neil de utilizar el bienestar de su abuela como moneda de cambio era despreciable. ¡No merecía llamarse su familia!
Sin decirle ni una palabra más, Katelyn se dio media vuelta y alcanzó a Vincent, dejando a Neil clavado en el sitio. No le quedaba nada más que decirle. Si volvía a intentar algo, no dudaría en callarlo.
Las palabras de Katelyn aún resonaban en los oídos de Neil, que permanecía allí paralizado. Le recordaron los últimos susurros de Lise, los innumerables sacrificios que Katelyn había hecho por él y los amargos malentendidos que habían abierto una brecha entre ellos.
El pánico lo invadió como una marea creciente, amenazando con ahogarlo. Algo vital se le estaba escapando de las manos y temía no poder detenerlo.
Liam, con la paciencia visiblemente agotada, rompió el silencio. Su voz era tan fría que helaba el aire.
—Señor Wheeler, es hora de saldar nuestras cuentas.
El Grupo Wheeler, que en su día fue un imperio próspero, ahora no era más que un cascarón vacío. ¡El sesenta y cinco por ciento de las acciones que poseía podrían haber sido dinero de Monopoly! Neil había accedido a darle dinero extra además de las acciones, por lo que Liam estaba decidido a no marcharse sin conseguir lo que era suyo por derecho.
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