¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1153
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Capítulo 1153:
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«Sr.
Adams, la Srta. Bailey sufrió un grave accidente con varios vehículos.
Parece ser bastante complejo».
Vincent apretó con fuerza el bolígrafo. Levantó la vista y frunció las cejas, preocupado.
«¿Está bien?»
Samuel respondió: «Ella está bien, y ayudó a muchos en la escena.
Ahora está en casa, pero…». Hizo una pausa, inseguro de cómo continuar.
Vincent dejó el bolígrafo en el suelo y dijo: «Continúa».
«Neil también estaba allí, y fue su coche el que colisionó con el de la Srta. Bailey. Jaxen también estaba presente».
Aunque era habitual que Jaxen acompañara a Katelyn, la implicación de Neil en el accidente suscitó preocupación.
Vincent ordenó con severidad: «Investiguen si Neil tuvo algo que ver en este incidente».
Samuel respondió: «¡Entendido, señor!».
Cuando Samuel se marchó, Vincent se reclinó en la silla y sus ojos se entrecerraron con una intensidad fría y brillante.
Si Neil era inocente, era aceptable.
Pero si sus acciones fueron intencionadas, entonces la existencia del Grupo Wheeler podría cuestionarse.
Tras sólo una hora de descanso en casa, Katelyn se preparó para asistir a la gala del Sr. Hayne.
Ese breve respiro fue crucialmente refrescante.
Se levantó, se maquilló, se peinó y se vistió, completando eficazmente sus preparativos en menos de cuarenta minutos.
Prepararse para tales ocasiones se había convertido en una rutina para ella.
Una hora más tarde, Katelyn llegó al acto, celebrado en el Hotel Shisas International.
El lugar bullía de charla, atestado de figuras destacadas de la industria joyera y un sinfín de celebridades.
En esta vibrante reunión, todo el mundo se mezclaba con champán en la mano, entablando conversaciones con conocidos deseados en un animado ambiente de risas y conversaciones.
Ashlyn lucía un vestido halter de terciopelo zafiro que irradiaba una elegancia sin igual.
Su larga melena, suavemente rizada, caía con gracia por su espalda. Una horquilla de diamantes color zafiro colocada detrás de la oreja complementaba su atuendo, captando la luz magníficamente.
Mientras entablaba conversación, una voz la llamó de repente desde atrás: «¡Rápido, está aquí!».
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