¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1151
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Capítulo 1151:
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Katelyn miró a Jaxen y le dijo con urgencia: «Jaxen, coge un martillo del maletero».
Jaxen no dudó. Comprendió la gravedad de la situación y se apresuró a coger el martillo.
Momentos después, Jaxen regresó, con el martillo en la mano. Katelyn lo golpeó contra la ventana del coche con todas sus fuerzas. ¡Pum! El cristal se rompió de inmediato, cayendo en pedazos. Katelyn alcanzó rápidamente el interior y desbloqueó la puerta.
Neil estaba desplomado en el asiento del copiloto, inconsciente y empapado en sangre, con la respiración apenas perceptible.
El rostro de Katelyn se tensó de preocupación.
Se volvió hacia Jaxen y le dijo: «Sácalo primero».
El accidente había sido demasiado grave.
Esperar a que llegara la ayuda para llevar a Neil al hospital sería demasiado tarde.
Para cuando llegara la ayuda, podría haber muerto ya.
A Jaxen no le gustaba Neil, pero aun así ayudó a sacarlo del coche. Colocaron con cuidado a Neil en el suelo y Katelyn empezó inmediatamente a revisarlo.
Neil estaba malherido y, debido a una intoxicación pasada, sus heridas no dejaban de sangrar.
Se negaban a coagular.
Estaba claro: la sangre de Neil no coagulaba correctamente.
En ese momento, los ojos de Neil se abrieron.
Su mirada era débil mientras miraba a Katelyn.
«Katelyn, ¿me estoy muriendo?»
Katelyn no le respondió.
Se levantó, cogió un botiquín del coche y empezó a trabajar para detener la hemorragia.
Si no lo controlaba pronto, Neil no sobreviviría.
Mientras Katelyn aplicaba cuidadosamente la medicación, Neil volvió a hablar, con voz apenas susurrante.
«Sé que no confías en mí, pero quiero darte todo lo que tengo. Te he hecho daño demasiadas veces a lo largo de los años.
Por favor, no lo pienses demasiado».
El arrepentimiento llenó sus ojos, una súplica silenciosa para arreglar las cosas con Katelyn.
Jaxen miraba desde un lado, con expresión de desaprobación.
Katelyn no dijo ni una palabra, concentrada por completo en vendar las heridas de Neil. Cuando terminó, la hemorragia por fin empezó a remitir. Clavó los ojos en Neil, su mirada firme, y dijo: «Bien.
Si quieres dársela, no te lo impediré. Haz lo que creas correcto».
No estaba segura de si Neil quería decir lo que decía, y no le importaba adivinarlo. No importaba.
En ese momento, lo único que necesitaba era comprender lo que Neil realmente planeaba hacer.
Katelyn se levantó, haciendo oídos sordos a las palabras de Neil, y se alejó para comprobar qué otros heridos podían necesitar ayuda urgente.
Jaxen la seguía, con clara curiosidad.
«¿De verdad le crees?»
Katelyn negó con la cabeza, firme en su respuesta.
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