¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1147
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Capítulo 1147:
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Cuando todos se hubieron ido, Katelyn se hundió en su silla y exhaló profundamente.
Por fin había encontrado un momento de paz, aunque no le parecía suficiente. La tormenta que habían provocado aún resonaba en su mente, dejándola con un dolor de cabeza palpitante.
Jaxen se volvió hacia Katelyn, con evidente preocupación en el rostro.
«¿Estás bien?» Él sabía lo dura que había sido la noche para ella.
Katelyn hizo un gesto con la mano para disipar su preocupación.
«Estoy bien. No hay por qué preocuparse».
En ese momento, un funcionario del concurso de joyas se adelantó y se dirigió a ella.
«Señorita Bailey, ¿qué debemos hacer con el asunto del plagio del trabajo de Lise?».
Con Lise ahora bajo custodia, necesitaban la decisión de Katelyn sobre el asunto.
Ella respondió sin dudarlo: «Siga los procedimientos estándar». Cada cual era responsable de sus actos. Nadie debía cargar con las consecuencias de los errores de otro.
Los funcionarios dejan escapar un suspiro colectivo de alivio.
Esta era la respuesta que esperaban, ya que cualquier otra cosa podría haber dañado su reputación. Katelyn se disculpó con calma.
«Siento todos los problemas de hoy.»
Sabía que el caos debía asustarles, pero los dramas de la familia Bailey no eran nada nuevo para ella. Ya casi ni se inmutaba. Los funcionarios intercambiaron miradas antes de que uno hablara con tono amable.
«No es ninguna molestia. ¿Necesita ver a un médico por sus heridas?» Nadie podía decir hasta qué punto estaba herida.
El rostro de Jaxen se ensombreció y su preocupación se transformó en ira.
«¿Te han vuelto a hacer daño?»
En ese momento, una oleada de fría furia se apoderó de él. Lo único que deseaba era arrastrar a Lise y darle su merecido.
Katelyn le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
«Estoy bien.
Ahora que los han atrapado, tu amiga se pondría muy contenta si lo supiera». Jaxen hizo una pausa, sus pensamientos pesados. No respondió inmediatamente. No estaba seguro de que su amiga se sintiera feliz, pero una cosa era cierta: su amiga había perdido la vida y Lise no podía compensarlo.
Katelyn, sintiendo su pena, le dio una palmadita reconfortante en el hombro.
Mira el reloj y se fija en la hora.
Era casi mediodía, y tanto la Oficina de la Vivienda como la notaría cerrarían pronto para almorzar.
Se volvió hacia Jaxen con una sugerencia.
«Ven a almorzar conmigo, y luego puedes unirte a mí en algún lugar esta tarde».
Jaxen, aún sumido en su dolor, se volvió hacia ella, picado por la curiosidad.
«¿Adónde vamos?»
Katelyn esbozó una pequeña y enigmática sonrisa.
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