Presa entre tus brazos - Capítulo 138
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Capítulo 138:
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Sabía que los Leone y los Williams tenían que ver con aquello, ya se las pagarían, encontraría al pequeño desgraciado, los haría arrepentirse de meterse con él.
Las chicas del bar aún estaban con él, ya no podía darse el lujo de gastar tanto dinero, sólo le quedaba para sostenerse algunos días, tenía que cambiarse a un lugar barato.
“Lo siento chicas, tienen que irse inmediatamente”.
“¿Por qué guapo? Nos estamos divirtiendo”.
“Se tienen que ir ahora”.
“Está bien, imagino que nos darás muy buena propina por nuestros servicios”.
“Jajaja me han sacado lo que han podido todos estos días y aún quieren propina, contaré tres, cuando lo haga espero no verlas aún por aquí o pagarán las consecuencias y créanme que no les gustara lo que sucederá con ustedes”.
“Oye, por lo menos…”
“Por lo menos nada, uno…”
Las chicas tomaron sus cosas y salieron corriendo.
Algo en la mirada de Sergio les indicó que no jugaba.
No pararon hasta estar fuera del hotel.
Sergio y sus hombres abandonaron el hotel poco después.
Se hospedaron en un lugar de mala muerte.
Eran varios cuartos ubicados en el mismo pasillo, había un solo baño para todo el piso, varias chicas de vida galante llevaban ahí a sus clientes, por lo que el rechinar de las camas y los g$midos era algo constante.
En una habitación se hospedaba él con dos hombres más, en la habitación contigua se hospedaban seis más, había tenido que despedir a los restantes.
“¡Joder! Estoy arruinado, nunca me había sentido tan humillado, juro que lo pagarán caro, necesito que busquen la manera de localizar a Sondra, nos quedaremos tan solo con dos camionetas, las otras cuatro debemos venderlas, con eso tendremos con que pagar los gastos hasta solucionar esto”.
Bruno ya había sido informado sobre la situación de Sergio.
No habían logrado localizarlo aún, pero le habían incautado todo, lo que pertenecía a Nicole volvería a sus manos.
Afortunadamente Leandro había fundado su propia empresa independiente de su padre, lo ayudada en el manejo del corporativo, pero conociendo cómo era, había decidido asegurar su futuro.
Shelsy le informó que se encontraba en Pavía, él estaba en Milán muy cerca, ella se arrepintió de habérselo dicho, ya empezaba a notarse el embarazo y aun temía cual sería su reacción al enterarse.
Deseaba verlo con toda el alma, pero prefería darle evasivas para que no la visitará, además se molestaría si se enteraba que ayudaba a Sondra.
Sabía que tarde o temprano tendría que decirle que estaba embarazada, ella lo amaba y amaba a ese pequeño que crecía en su v!entre.
Leandro era el mejor hombre que había conocido.
La madre de Shelsy se recuperaba poco a poco bajo sus cuidados, se encontraban en su habitación, mientras su madre se bañaba, Shelsy preparo el desayuno y lo subió a la habitación, había prometido que desayunarían ahí las dos.
Estaba colocando la charola con la comida en la mesa cuando escucho risas que provenían desde el patio, al asomarse por la ventana observó que eran su padre y Sondra.
Sondra aprendía a andar en bicicleta mientras su padre la sostenía, verlos de esa manera no le agrado, algo dentro le indico que no estaba bien aquello, después descartó los malos pensamiento.
Quizá estaba viendo cosas donde no existían.
Su padre la enseñaba a andar en bicicleta, solo eso, se repitió una y otra vez así misma.
La mesa estaba pegada a la ventana, por lo que su madre al sentarse también escucho lo que pasaba, vio que puso su atención en el jardín.
“Me da gusto que ya te sientas mejor mamá, me quedaré hasta que te recuperes”
Intentaba distraerla, por el rostro que tenía se veía que tampoco le había agradado aquella escena.
“Gracias hija, se ve que tu papá y tu amiga han hecho buenas migas”.
“Papá le enseña a andar en bicicleta, solo eso”.
Su madre guardo silencio mientras seguía observando.
Su marido ya nunca reía así con ella.
Hacía años había dejado de hacerlo, y ese pensamiento la entristeció.
“Hice una nueva amiga hija, ella también viene de E$tados Un!dos, se llama Karen, en cuanto me sienta mejor te la presentare, vive en la propiedad de al lado con su pequeño nietecito, es un niño precioso, sus padres murieron y ella ha tenido que hacerse cargo, en cuanto me sienta bien iremos a visitarla, hemos congeniado muy bien al ser las dos de allá, la pobre no sabe cómo decirle al pequeño que sus padres ya no volverán, que situación tan difícil, pobre mujer”.
Las dos propiedades estaban divididas por los viñedos, por lo que había cierta distancia entre ellas, las dos mujeres se habían conocido durante el festival medieval.
“Madre, creo que es tiempo que hable contigo después lo haré con papá”.
“¿Pasa algo hija? Dime te escucho”.
“Estoy embarazada”.
La mujer no sabía cómo reaccionar.
Le causaba alegría que su hija pronto le daría un nieto, pero no estaba casada, no sabía cómo su esposo tomaría aquella noticia.
“¿Quién es el padre?”
“Leandro mamá, tú ya sabes que he estado viviendo en su casa, pronto ya no podré ocultar el embarazo, cada vez crece más”.
“Tu padre no sabe qué vives con Leandro, no se lo he dicho, él piensa que estabas trabajando”.
“Después del escándalo que se armó cuando incautaron nuestras propiedades, todo mundo se enteró que quedamos arruinados, los diarios y páginas de chismes hicieron todo un show de eso, así que las marcas no me volvieron a contratar, me cancelaron los contratos que ya tenía, tú sabes que en ese ambiente el nivel económico define quienes somos para los demás y el valor que tenemos ante ellos”.
“Lo siento hija, tu carrera iba de lo mejor, las malas decisiones de tu padre nos afectaron a todos”.
“Bueno, ya no hablemos sobre eso, bajemos al jardín, te hará bien tomar un poco de sol”.
Al salir al jardín, Sondra y Roberto el padre de Shelsy inmediatamente se quedaron callados, las risas de hace un momento, cesaron.
Sondra se bajó de la bicicleta, se acercó a Shelsy y su madre, con una sonrisa fingida se dirigió a ellas.
“Señora Endra, que gusto me da ver que ha mejorado”.
“Así es muchacha, me siento mucho mejor, ya podré poner más atención a mi marido. *
Roberto se apeno por el comentario de su esposa.
“Endra mi amor, debes tratar de no agitarte demasiado, ven vamos a sentarnos a tomar un poco de sol”.
La llevo hacia una de las bancas del jardín.
Roberto a pesar de tener ya cincuenta y ocho años se conservaba muy bien.
Siempre había cuidado su físico mediante ejercicio y una alimentación saludable, eso no había pasado desapercibido para Sondra.
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