No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 739
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Capítulo 739:
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Ethan no respondió a sus excusas. «Yvette, no creas que puedes usar nuestro pasado para manipularme. No me da miedo eso. Ahora, vete».
«¿Ah, no? ¿Qué pasa? ¿Temes que Nyla se entere?», se burló Yvette, sin mostrar ningún temor.
En un instante, Ethan extendió la mano y la agarró con fuerza por el cuello. Yvette jadeó, luchando por respirar mientras sus dedos se cerraban alrededor de su garganta. Sus ojos eran fríos, su expresión carente de emoción, como si estuviera contemplando su destino.
En ese momento, Yvette se dio cuenta de que Ethan realmente quería matarla.
—No diré nada —dijo ella con voz entrecortada, desesperada por que él la soltara. Su rostro se puso rojo por la falta de aire y el pánico invadió su pecho.
De repente, Ethan aflojó el agarre y le soltó el cuello. Yvette se derrumbó, agarrándose la garganta y jadeando en busca de aire, con lágrimas corriendo por su rostro.
«No vuelvas a hablar de esto nunca más. Si le causas algún problema, haré tu vida insoportable», advirtió Ethan, con voz fría como el hielo. Yvette temblaba incontrolablemente, con todo el cuerpo sacudido por el miedo.
«Lo entiendo», susurró con voz temblorosa, prometiendo guardar silencio.
Yvette salió de la habitación con el corazón latiéndole con fuerza, entremezclado con miedo e incredulidad.
Se agarró la garganta y tosió varias veces antes de sacar su teléfono para examinar las marcas que tenía allí.
Un moretón oscuro le manchaba el cuello, testimonio evidente de la fuerza que Ethan había empleado.
Apretando los dientes, murmuró con amargura entre dientes: «¡Maniaco!». Había llegado a preocuparse por Ethan, solo porque había oído que estaba enfermo, con la esperanza de que sus gestos pudieran ablandar su corazón. De lo contrario, nunca se habría molestado en aparecer.
¿Quién podría haber previsto que Ethan la trataría con tanta frialdad? Apretó los puños y consideró la posibilidad de volver directamente a casa. Había viajado tan lejos solo para que la trataran así; prácticamente se ahogaba en su propia frustración.
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Pero justo cuando estaba a punto de marcharse, algo la detuvo en seco. Los extravagantes fuegos artificiales que Ethan había organizado para Nyla eran una señal clara: Nyla también debía de estar allí.
Si se marchaba ahora, ¿no estaría perdiendo una oportunidad?
Sus pensamientos dieron vueltas durante un breve instante antes de que decidiera quedarse a pasar la noche.
Reservó una habitación y envió un mensaje rápido.
Era bien pasada la medianoche cuando Nyla se despertó de repente de una pesadilla, inquieta y agitada.
Se levantó de la cama y se sirvió un vaso de agua, con la esperanza de calmar sus nervios.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que las luces de fuera seguían brillando intensamente. A pesar de la hora, había un gran bullicio.
La gente seguía moviéndose, se oían pasos y murmullos en el aire. ¿Seguía celebrándose algún evento?
Tras un breve momento de vacilación, decidió que, ya que no podía dormir, más valía vestirse y salir, con el teléfono en la mano.
Bonnie le había enviado varios mensajes.
Al echarles un vistazo, Nyla vio que en su mayoría eran tranquilizadores, diciéndole que se relajara y que Bonnie seguía disfrutando con Austen.
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