No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 656
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Capítulo 656:
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Candy puso los ojos en blanco con tanta fuerza que casi se le veía la parte posterior del cráneo. ¿Estaba alucinando? ¿Qué hacía ese hombre allí? La situación era desconcertante, por decir lo menos.
Con un encogimiento de hombros, se quitó el abrigo y se dirigió a la cocina, solo para encontrarla desierta. Frunciendo el ceño, subió las escaleras y encontró a Nyla escondida en el estudio.
«¿Qué está pasando abajo?», preguntó Candy, con voz llena de desconcierto.
Nyla se limitó a encogerse de hombros. «¿Qué te parece?».
Candy se quedó en silencio, tratando de resolver el inesperado rompecabezas.
Pensando que Candy podría estar molesta, Nyla abrió la boca para explicarle, pero Candy se le adelantó. «Entonces, ¿puedo traer a ese chico guapo a casa esta noche?».
¿Qué? Nyla se masajeó las sienes como para evitar un dolor de cabeza. «Ethan no va a pasar la noche aquí. Y, de todos modos, ¿por qué no reservas un hotel?».
—Todos los hoteles están completos por las vacaciones —respondió Candy con indiferencia, cogiendo un libro al azar de la estantería y hojeándolo distraídamente.
—¿Aún no lo tienes comiendo de tu mano? —preguntó Nyla, intrigada. No era habitual que Candy tuviera dificultades para convencer a alguien.
—Ya casi lo tengo —respondió Candy con una sonrisa pícara en los labios.
—¿Casi? ¿Entonces aún no ha habido ninguna gran declaración? —Nyla arqueó una ceja, inclinándose ligeramente hacia delante.
Candy se rió entre dientes mientras volvía a colocar el libro en la estantería—. No del todo, más bien estoy a un latido de llevarlo a la cama. Directa y sin complejos, como siempre.
Candy guiñó el ojo con picardía mientras se dirigía hacia la puerta. «Ah, y hazme un favor: no hagas mucho ruido esta noche. Si oigo demasiada acción por tu parte, puede que salga y busque un hombre para mí».
Nyla suspiró y negó con la cabeza. «Te lo estás pensando demasiado».
𝑈𝓃 𝒸𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝓂á𝓈 𝑒𝓈𝓉á 𝒶𝓆𝓊í: ɴσνєʟα𝓼4ƒα𝓷.ç𝓸𝓶
La cena de esa noche transcurrió en un ambiente sereno, casi onírico, con una paz que parecía demasiado perfecta para durar. De repente, la voz de Charlotte rompió la calma.
«¡Mamá, está nevando! ¿Puedo salir a jugar?».
El resplandor de las luces interiores pintaba la nieve que caía con un tono dorado, haciendo que el mundo más allá de las ventanas pareciera un país de hadas invernal.
La televisión zumbaba suavemente de fondo, y la alegre voz del presentador anunciaba: «Esta noche, Ulares experimentará la nevada más intensa en casi una década. Tengan cuidado si salen a la calle. Les deseamos a todos un feliz año nuevo y una alegre reunión familiar».
Afuera, los estallidos de los fuegos artificiales se mezclaban con el silencio amortiguado de la nieve, una mezcla paradójica de quietud y celebración. El cielo nocturno se iluminaba con explosiones de color que parecían bailar entre los copos que caían.
Varios vecinos se habían reunido fuera, y sus risas y charlas contribuían al ambiente festivo.
«¡Mamá, yo también quiero salir!», suplicó Charlotte, con una emoción que burbujeaba como una olla a punto de hervir.
Nyla dudó, y una fugaz sombra de culpa cruzó su rostro. Los fuegos artificiales no habían estado en su mente este año: las fiestas no eran algo que hubiera planeado celebrar en serio después de regresar a Ulares.
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