No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 618
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Capítulo 618:
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La imagen de la siniestra sonrisa del hombre con la máscara de zorro se repetía en la mente de Ethan como una melodía inquietante.
Evidentemente, no había trabajado solo.
Pero todos los demás culpables se habían escapado cuando llegó el equipo de Ethan. ¿Podrían haberse llevado a Nyla con ellos?
Ethan se movió con cautela alrededor de la cabaña de madera, con sus agudos ojos escaneando cada sombra y cada grieta. Charlotte ya había sido escoltada de vuelta al hospital, pero Nyla seguía desaparecida.
Su mirada se fijó en unas tenues huellas grabadas en el suelo polvoriento, que conducían a otra zona.
Su expresión se endureció mientras seguía el rastro con deliberada cautela, llegando finalmente a una vieja fábrica abandonada.
Las huellas se hicieron más tenues a medida que subía las escaleras chirriantes, cada paso resonando en el pesado silencio. Y entonces la vio.
Acurrucada en un rincón sombrío, Nyla temblaba, y sus respiraciones entrecortadas eran el único sonido que rompía la quietud de la habitación.
Se volvió hacia él, sus delicados rasgos iluminados por un rayo de luz de luna.
Los ojos de Ethan se abrieron con alarma.
Se movió rápidamente hacia ella, pero sus pasos vacilaron cuando se dio cuenta de que el cinturón de su abrigo le ataba fuertemente las muñecas. Su rostro mostraba la huella de una bofetada y la sangre seca manchaba la comisura de sus labios.
Incluso en ese estado maltrecho, ella irradiaba un encanto irresistible.
«¿Qué ha pasado?», preguntó Ethan en voz baja, con una tormenta apenas contenida, mientras se arrodillaba y la tomaba en sus brazos.
Nyla se retorció inmediatamente en señal de resistencia. «¡No me toques!».
Sus manos atadas se agitaban, golpeándolo repetidamente, pero Ethan la sujetó.
«Soy yo, Nyla.
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Mírame, soy Ethan». Su voz profunda y firme, llena de autoridad y consuelo, pareció calar en su alma, calmando su caótica lucha.
Poco a poco, sus temblores se calmaron y se derrumbó contra su pecho. Pero la calidez de su abrazo pareció romper una presa dentro de ella.
«Ethan… ayúdame. No puedo más», dijo con voz entrecortada, con los labios manchados de sangre. Nadie sabía cuánto tiempo había sufrido en silencio.
Ethan sintió un nudo de angustia en el estómago mientras la abrazaba con más fuerza, y sus palabras le causaban profundas heridas en el alma.
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