No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 611
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Capítulo 611:
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Pero Ethan no reaccionó con sorpresa. En cambio, su mirada permaneció firme, como si hubiera estado esperando este momento.
«Así que por fin me estás contando la verdad», dijo en voz baja. «Si esto no hubiera sucedido, ¿planeabas ocultármelo para siempre?».
La voz de Nyla se quebró. «Ethan…». Hizo una pausa, con las emociones a punto de abrumarla. «Puedes culparme todo lo que quieras, pero ahora mismo tenemos que centrarnos en Charlotte. Se le acaba el tiempo».
La expresión de Ethan se suavizó y su tono fue resuelto. «Ya he hecho todos los preparativos».
Nyla se quedó paralizada, con la respiración atascada en la garganta.
«¿Tú… ya lo sabías?», susurró, con los ojos muy abiertos por la incredulidad.
«Soy el dueño de este hospital», dijo él.
Los ojos de Ethan se clavaron en los de Nyla, llenos de intensidad, atrayéndola como un poderoso remolino.
Nyla se detuvo, atónita al darse cuenta. De repente, todo encajó. Mientras sostenía con fuerza su café, sus pensamientos se entremezclaban en un caos, luchando por encontrar una respuesta.
«Nyla, ¿cómo has podido ocultarme algo así?», preguntó Ethan con voz acusadora.
Le costaba comprender las dificultades a las que Nyla debía de haberse enfrentado durante los últimos cuatro años.
¿De verdad Kameron había estado a su lado todo ese tiempo?
La idea le produjo un escalofrío a Ethan. No pudo evitar preguntarse: ¿qué pensaba realmente Nyla de él?
«Es asunto mío», respondió Nyla, sin estar preparada para revelar lo cerca que había estado de la muerte.
Había esperado que alguien la rescatara. Sin embargo, nadie había aparecido.
«¡Es nuestra hija, Nyla!», dijo Ethan con un tono más frío.
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—¿Y tú alguna vez fuiste realmente un padre para ella? —preguntó Nyla, con la voz cargada de emoción—. Dices que no tenías el teléfono contigo cuando ocurrió el incendio, pero ¿y después? ¿Después de enterarte? En lugar de investigar si estaba viva o muerta, ¡preferiste pasar tu tiempo con Callie!
La expresión de Ethan se ensombreció cuando preguntó: —¿De verdad crees que no me importaba si vivías o morías?
—¡Ya no me importa! —respondió Nyla con voz cortante—. Charlotte es mi hija. Yo la traje al mundo. ¡No tienes derecho a quitármela!
Su declaración era un desafío firme: si Ethan se atrevía a luchar por Charlotte, Nyla estaba dispuesta a luchar contra él en todo momento.
—¿De verdad crees que eso es lo que quiero? preguntó Ethan, con voz llena de decepción. «¿De verdad crees que no he cambiado nada?».
Nyla apretó los puños y respondió con firmeza: «Eso no tiene nada que ver con…».
Ethan no pudo evitar encontrar la situación un poco divertida.
A pesar de todo, ella seguía sin creer que él pudiera cambiar.
El ambiente entre ellos se volvió pesado, casi agobiante.
«Necesito que asumas tu responsabilidad como padre. Si vas en serio, ve a ayudar a Charlotte», dijo Nyla, controlando sus emociones.
Antes de que Ethan pudiera responder, sonó el teléfono de Nyla.
Miró quién llamaba y respondió rápidamente.
«¿Qué acabas de decir?», exclamó Nyla, levantándose de repente con pánico en su rostro. «¡Voy para allá!».
Después de terminar la llamada, se volvió hacia Ethan con la voz temblorosa. —Charlotte ha desaparecido. Han buscado por todas partes, pero no la encuentran.
El rostro de Ethan se endureció inmediatamente. —Haré que el equipo de seguridad revise las cámaras.
Volvieron rápidamente al hospital.
El personal de seguridad se desplegó por varias plantas, realizando una búsqueda exhaustiva.
«Las imágenes de seguridad han sido manipuladas», les informó Jackson. «Hemos visto un vehículo sospechoso, pero aún estamos trabajando para identificarlo».
Nyla había mantenido la compostura, pero al oír esas palabras, empezó a temblar.
Sus pensamientos se agitaron violentamente. ¿Podrían ser ellos?
¿Callie? ¿Esos misteriosos extranjeros?
¿Quién podría haber hecho esto?
Los pensamientos de Nyla eran un torbellino de confusión.
En ese momento, su teléfono volvió a sonar. Lo cogió rápidamente.
«¿Quieres volver a ver a tu hija?». La voz al otro lado de la línea estaba distorsionada, era escalofriante, robótica e irreconocible.
«¿Qué quieres?», preguntó Nyla.
«A ti. Cámbiate por ella».
Nyla, sin dudarlo ni un instante, respondió: «Dime dónde tengo que ir y allí estaré».
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