No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 608
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Capítulo 608:
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Los hombros de Kameron se encogieron ligeramente, pero se negó a dejar que su rechazo apagara su determinación.
«Llévate este archivo», dijo Nyla, entregándole una carpeta. «Gracias». Sin esperar una respuesta, se dio la vuelta y se alejó con paso decidido.
Kameron se quedó clavado en el sitio, observándola mientras se alejaba. Se ajustó las gafas y suspiró para sus adentros. Quizás se había precipitado.
Y, sin embargo, no podía culparse del todo. La presencia de Ethan se cernía sobre su mente como un invitado indeseado. ¿Qué significaba Ethan para Nyla ahora? Kameron no lo sabía. Lo que sí sabía, sin embargo, era que Ethan había sido en su día el centro de su universo. El amor de Nyla por él había sido profundo y sincero. Pero eso era otro capítulo, ahora cerrado.
¿O no? Kameron no podía quitarse de la cabeza esas preguntas. Nyla había seguido adelante; de eso estaba seguro. Ahora había alguien más en su corazón, y quizá fuera el padre de su hija, Charlotte.
Sin embargo, Ethan seguía rondándola, como una sombra que se negaba a disiparse. ¿No sabía nada de su nueva vida? ¿O simplemente no le importaba?
Estos pensamientos daban vueltas sin cesar en la mente de Kameron, sin respuesta.
Dentro de la habitación del hospital, Nyla se apoyó contra la puerta y exhaló profundamente. La audacia de Kameron la había tomado por sorpresa. Las palabras de Ethan en el banquete habían resultado ser ciertas.
¿Por qué?
Sacudió la cabeza. No tenía sentido. Ella y Kameron apenas habían interactuado. Su persistencia era inexplicable, y Nyla decidió no perder el tiempo analizándola.
Justo cuando se dio la vuelta para adentrarse en la habitación, Ethan se materializó ante ella como un fantasma. Ella se sobresaltó y soltó un grito ahogado. «¿Qué haces aquí?».
Ethan no respondió. En lugar de eso, la agarró de la mano y la arrastró por el pasillo, hasta una esquina oculta.
Antes de que ella pudiera protestar, sus labios se estrellaron contra los de ella, en un beso ferviente y desesperado. Una tormenta de emociones la invadió, demasiado abrumadora como para resistirse.
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Uno de los brazos de Ethan rodeó su cintura, atrayéndola hacia él, mientras que el otro acunaba la parte posterior de su cabeza, anclándola firmemente en su abrazo.
Los sonidos de respiraciones entrecortadas y besos fervientes resonaban en el estrecho pasillo. Nyla intentó resistirse al principio, empujando débilmente con las manos contra su pecho. Pero su determinación se disolvió como azúcar bajo la lluvia.
Ethan sintió su rendición y profundizó el beso, con las manos vagando como para recuperar lo que había perdido.
—Mm… para… —murmuró Nyla sin aliento, con la voz teñida de una mezcla de protesta y anhelo mientras se retorcía contra él.
«Han pasado años», susurró Ethan contra sus labios, con voz ronca. «¿No me echas de menos?».
La voz de Ethan, grave y aterciopelada, era como una sinfonía interpretada con una serie de emociones: embriagadora e irresistible, muy parecida a un buen vino tinto que nubla los sentidos y deja la mente a la deriva.
Por un instante, la mente de Nyla quedó completamente en blanco.
¿Por qué la cercanía de Kameron la hacía retroceder, pero con Ethan se sentía diferente, natural, incluso inevitable?
Su cuerpo, como si Ethan lo hubiera afinado a lo largo de los años, había aprendido a responder a su tacto con una precisión inquietante. Incluso después de todo este tiempo, el simple roce de sus dedos tenía el poder de desenterrar emociones enterradas en lo más profundo de su alma.
—Concéntrate —murmuró Ethan, con un sutil tono de insatisfacción en la voz, mientras sus labios rozaban los de ella, sacándola de sus pensamientos errantes como una cuerda tensa que se rompe.
Sorprendida, Nyla abrió los ojos de par en par al sentir que la mano de él se aventuraba en territorio desconocido, lo que desencadenó una oleada de pánico que la recorrió como un incendio forestal.
—Ethan, para…
Pero el agarre de Ethan era firme, sin dejarle espacio para liberarse. El delicado cuello de Nyla se arqueó instintivamente hacia atrás cuando los labios de Ethan bajaron, rozando su piel y dejando deliberadamente una leve marca, como si la estuviera marcando con su presencia.
—¡Suéltame! —siseó ella, con voz entremezclada de rebeldía e impotencia.
Sin embargo, la mano de Ethan, atrevida y deliberada, bajó aún más, rozándola de una forma que le provocó un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, traicionando su determinación.
—Esto —susurró con voz ronca, esbozando una sonrisa de complicidad— no parece querer que te suelte.
Un rubor se extendió por las mejillas de Nyla mientras el calor la invadía como las brasas de un fuego que no podía extinguir.
Casi había olvidado lo que se sentía con este tipo de intimidad. Ethan tenía una resistencia notable e implacable, una pasión sin límites que la dejaba completamente agotada, pero también plenamente satisfecha cada vez.
En aquel entonces, su relación se había forjado en un deseo puro y sin filtros, una colisión de necesidades que ninguno de los dos cuestionaba ni dudaba en satisfacer.
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