No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 599
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 599:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Cuando la sala se vació, Kameron se volvió de repente hacia Ethan.
«¿De verdad crees que sigues siendo digno de Nyla?».
La mirada de Ethan se endureció, pero su expresión permaneció impasible. «Lo que hay entre ella y yo no es asunto tuyo».
Aunque la familia Turner no era la más influyente de Ulares, sin duda era muy respetada. Sus negocios eran principalmente internacionales, lo que les proporcionaba cierto grado de protección frente a posibles desafíos.
Ethan no buscaba una confrontación con la familia Turner. Al fin y al cabo, las dos familias habían mantenido las distancias a lo largo de los años.
Los ojos de Kameron brillaron detrás de sus gafas de montura dorada.
—Ethan, tú no la amas. Solo quieres poseerla. Pero Nyla no es tu posesión. La heriste durante todos esos años. ¿Cómo te atreves a presentarte ante ella ahora? ¿Alguna vez la has visto llorar? ¿Has sentido su dolor? No sabes nada de su sufrimiento. ¿Cómo puedes llamar a eso amor?
Las palabras de Kameron caían como una lluvia constante, cada una destinada a minar las defensas de Ethan. Para sorpresa de Ethan, no respondió con su réplica habitual. Por un instante, casi sintió que las palabras de Kameron eran ciertas. Como si el pasado nunca pudiera deshacerse. Como si Ethan nunca pudiera expiar los errores que había cometido.
El silencio de Ethan se prolongó mientras sus ojos se clavaban en Kameron. «No hace falta que me des lecciones».
Con eso, se dio la vuelta y se marchó.
Kameron se quedó allí, viéndolo alejarse, con una sonrisa burlona en los labios.
Perfecto. Tal y como había planeado.
Desgastaría la determinación de Ethan poco a poco.
A Kameron no le costó darse cuenta de que Ethan arrastraba profundas heridas emocionales. Habiendo estudiado psicología en el extranjero, Kameron tenía buen ojo para esas cosas. La primera vez que se cruzaron, Kameron sintió inmediatamente que algo no iba bien en Ethan, una herida psicológica muy profunda. Sin embargo, lo que no había previsto era lo rápido que podría empezar a desentrañar la coraza mental de Ethan. Era casi demasiado fácil.
Cuando Nyla regresó a casa, la noche ya había cubierto el mundo con su manto oscuro.
Sigue leyendo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.c♡𝓂 de acceso rápido
Candy había salido con Bonnie para pasar una noche loca en el bar y, para no molestar a Charlotte, Nyla le había dicho explícitamente que se quedara en casa de Bonnie esa noche.
Cuando Nyla entró en la casa, el silencio se hizo pesado. La sala de estar estaba envuelta en sombras, algo inusual, ya que Charlotte solía quedarse allí esperándola. Pero dada la hora tardía, Nyla supuso que ya se había acostado.
Dejó su bolso y subió las escaleras, con pasos ligeros pero apresurados. Cuando abrió la puerta de Charlotte, la recibió un silencio inquietante. Encendió la suave luz de la lámpara de la mesita de noche y se acercó a la cama.
Charlotte yacía acurrucada bajo la manta, con el rostro anormalmente sonrojado.
—¿Charlotte? —llamó Nyla en voz baja, con un tono de preocupación en la voz. Pero no hubo respuesta.
Una ola de inquietud invadió a Nyla. Extendió la mano y la posó sobre la frente de Charlotte. Se le encogió el corazón: ¡Charlotte estaba ardiendo en fiebre!
«Charlotte, despierta. Mamá está aquí. Tengo que vestirte para que podamos ir al hospital», murmuró Nyla, con la voz temblorosa, mientras levantaba suavemente a su hija y comenzaba a vestirla.
El peso de la culpa la golpeó como un maremoto. Había estado tan absorta en el trabajo que el cuidado de Charlotte había recaído principalmente en Bonnie. ¿Cómo había podido pasar por alto la salud de su propia hija?
—Mamá… —La débil voz de Charlotte apenas atravesó la niebla de los pensamientos de Nyla.
Al levantar a Charlotte en sus brazos, Nyla sintió que su frente se humedecía con sudor, y la preocupación se reflejaba en cada línea de su rostro.
«Charlotte, lo siento mucho. Debería haber estado ahí para ti. Te llevaré al hospital ahora mismo», susurró con voz quebrada por la culpa.
«No pasa nada», susurró Charlotte, con palabras arrastradas y apenas audibles.
Pero su fragilidad solo profundizó el sentimiento de culpa en el corazón de Nyla. Se calzó los zapatos, cogió las llaves del coche y salió corriendo.
.
.
.