No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 556
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Capítulo 556:
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«Las relaciones», continuó con deliberada precisión, «es mejor dejarlas en el pasado. No permitiré que mi hija vuelva a ser maltratada. ¿No estás de acuerdo, Ethan?».
Nyla sintió una punzada de confusión ante las palabras de Flavia. Su mirada se desplazó hacia Ethan, buscando claridad, pero su silencio hablaba más alto que cualquier explicación. Su corazón se hundió, y su frágil esperanza se desmoronó como un castillo de naipes. Una risa amarga brotó de su interior, pero se la tragó.
Antes de que Nyla pudiera articular una respuesta, Flavia asestó el golpe final. «Robar el futuro marido de otra persona… ¡Qué comportamiento tan vergonzoso! Confío en que no volverás a caer tan bajo».
«Sra. Higgins, parece que tiene una idea errónea. Nunca he recurrido al robo. Esos asuntos no tienen importancia para mí. Son personas como usted las que se obsesionan con ellos», dijo Ethan con frialdad, con voz inflexible.
Nyla apretó los puños, perdiendo la compostura, pero mantuvo la mirada fija en Flavia con un desafío inquebrantable.
—En cuanto a la vergüenza, parece más apropiado asociarla con su familia. ¿Ha olvidado quién orquestó la muerte de mi padre? —La voz de Nyla se volvió más decidida—. Tenga por seguro que me encargaré de que se haga justicia, aunque eso signifique arrastrar a todos y cada uno de ustedes al abismo.
El rostro de Flavia se sonrojó de furia y señaló con el dedo acusador a Nyla. —¿Cómo te atreves a acusarnos sin pruebas? —espetó.
—¿Ah, sí? —respondió Nyla con voz gélida y tranquila—. ¿Ya estás perdiendo los estribos? Para que lo sepas, todo lo que tu hija me ha hecho, se lo devolveré multiplicado por diez. Más te vale que sobreviva.
La conmoción de Flavia era evidente y se volvió hacia Ethan, incapaz de contener su indignación. —¿Puedes creer que me hable así? Ethan, ¿por qué toleras su presencia aquí?
Nyla se burló de lo absurdo de todo aquello. Señaló su pierna lesionada y dijo: —Mírame. Estoy herida. Ir al hospital no es precisamente vergonzoso, ¿verdad? ¿Estás nervioso porque he visitado la habitación de Ethan? Cálmate. A diferencia de tu familia, que se regodea con la desgracia ajena, a mí no me interesan los juegos mezquinos».
Con esas últimas palabras, Nyla cogió sus muletas y salió de la habitación, incapaz de soportar ni un momento más aquella situación.
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Mientras se alejaba, reflexionó sobre su decisión de visitar el hospital. Puede que hubiera sido un error, pero le había proporcionado un alivio muy necesario para su frustración reprimida.
«¿La has oído, Ethan?», continuó Flavia con su diatriba, con voz llena de desdén. «¡Una mujer así no está a tu altura, carece por completo de decoro!».
La expresión de Ethan se volvió sombría. «¿Estás insinuando que tengo mal gusto con las mujeres? Sus modales no son asunto tuyo, ¿verdad? ¿O estás insinuando que yo soy igual de grosero por guiarla?».
Flavia se detuvo, sorprendida por su respuesta. «No… no quería decir eso. Ella solo pasó a formar parte de la familia Brooks después de que su madre se casara con tu hermano, ¿verdad? ¿Cómo podría ser alguien a quien tú hayas guiado?».
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