No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 541
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Capítulo 541:
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Ethan parecía entretenido por su angustia.
«¿Ah, no? Entonces, ¿qué querías decir? ¿No piensas cuidar de mí? ¿A qué viene eso?».
«No, no es eso».
«Bueno, si es así, más vale que te quedes a dormir esta noche», sugirió Ethan con suavidad, acorralando a Nyla en una posición difícil de la que no podía escapar fácilmente. «Tu herida… Es mejor que no la toquemos», añadió Nyla, todavía preocupada.
Ethan arqueó una ceja y se inclinó ligeramente, mirándola a los ojos. —Pensaba que podrías usar el sofá cama. ¿Supusiste que me refería a mi cama?
Desconcertada, Nyla abrió mucho los ojos, con evidente vergüenza.
—¡No era mi intención!
Ethan acortó un poco más la distancia, y su aliento cálido le rozó la cara. Sus miradas se cruzaron y el aire entre ellos se llenó de tensión.
—¿De verdad?
La voz de Ethan era suave, casi hipnótica, y la atraía de forma irresistible. Hipnotizada, Nyla se encontró inclinándose hacia él.
—Ethan…
Sus respiraciones se entremezclaron y, justo cuando Nyla estaba a punto de volver a hablar, Ethan se acercó y la besó suavemente.
Al principio, Nyla no se resistió. Su beso fue vacilante, reflejando los besos torpes pero sinceros de los nuevos amantes, llenos de dudas pero ansiosos.
La tranquilidad de la habitación amplificaba el sonido de sus respiraciones compartidas.
Ethan se acercó para atraerla hacia él, pero Nyla recuperó de repente el sentido. Abrió los ojos de par en par, volvió a la realidad y lo empujó con fuerza. Esta acción brusca hizo que Ethan cayera hacia atrás, forzando accidentalmente su lesión.
—Ay… —Ethan frunció el ceño y un agudo dolor le hizo gemir.
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Nyla, al ver su malestar, se arrepintió inmediatamente de su empujón impulsivo—. ¿Estás bien? ¿Te ha empeorado la herida? Debería llamar a un médico. —El pánico teñía su voz.
Ethan, sujetándose el pecho, negó con la cabeza—. No hace falta, solo ha sido un pequeño tirón.
«No era mi intención…», Nyla estaba nerviosa, sus emociones se entremezclaban con culpa y confusión.
Ethan le tomó la mano con delicadeza y esbozó una débil sonrisa. «Yo lo provoqué. No te preocupes, valió la pena el riesgo».
Nyla fingió enfadarse. «¿Valió la pena? ¿Eres consciente de la gravedad de tu estado? ¡Según los médicos, estuviste a punto de morir!».
Ethan se recostó, tratando de mitigar el malestar que le provocaba la herida. «Nyla, deseabas que muriera, ¿verdad?».
«Lo he pensado, claro. Pero me niego a estar en deuda contigo. Tampoco deseo tu muerte porque me rescataste».
La respuesta tajante de Nyla rompió la calidez que había entre ellos.
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