No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 521
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Capítulo 521:
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Se rió con amargura, burlándose de sí misma por haber considerado siquiera darle otra oportunidad a Ethan. Engañada otra vez. ¿Cuántas veces más se permitiría ser manipulada?
Nyla apretó el puño, pero se obligó a relajarse.
—Puedes quedarte con mis desechos —dijo fríamente—. ¿Crees que eso me molesta? Callie, realmente me subestimas. Mi objetivo es acabar con toda la familia Higgins.
Nyla decidió no entrar en una discusión con Callie. Simplemente se alejó con su copa de vino en la mano. Aun así, las palabras de Callie permanecieron en su mente, aunque ya no tenían el poder de perturbarla. Nyla no era la misma mujer que solía ser: su compostura se había endurecido con la experiencia.
Además, no tenía intención de reavivar nada con Ethan. Ese capítulo de su vida estaba definitivamente cerrado.
Después de entregar su regalo de cumpleaños, Nyla decidió llamar a un taxi y volver a casa. Le sugirió a Ellen que tomara otro taxi, ya que sentía la necesidad de estar sola.
Una vez en el taxi, le dio su dirección al conductor y se recostó, cerrando los ojos para descansar.
El hombre que conducía el coche la miraba de vez en cuando por el espejo retrovisor. Aunque el GPS estaba activado, desvió silenciosamente el coche de la ruta prevista. Nyla abrió los ojos después de un breve descanso e inmediatamente se dio cuenta de que algo iba mal. La vista desde la ventana no coincidía con la ruta hacia su casa.
Su instinto se activó. Durante su estancia en el extranjero, había sido objeto de amenazas similares por su aspecto físico.
Manteniendo la calma, envió rápidamente un mensaje a Bonnie y Candy. Momentos después, su teléfono perdió la señal.
Sin perder la compostura, Nyla colocó el teléfono boca abajo en su regazo y cerró los ojos, fingiendo no darse cuenta del problema.
—Disculpe, señor —dijo con voz firme—, ¿podría parar en la tienda que hay más adelante? Necesito comprar algo.
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El conductor la miró brevemente antes de responder: «Aquí no se puede aparcar».
«No tardaré mucho», insistió Nyla.
El hombre negó con la cabeza. «Ya casi hemos llegado. Si paro aquí, me multarán».
Al darse cuenta de que este enfoque no funcionaba, Nyla respondió con naturalidad: «De acuerdo, entonces». Miró alrededor del asiento trasero, pero no encontró nada. Una rápida búsqueda en sus propios bolsillos solo reveló una goma decorativa para el pelo, una herramienta poco ideal para su situación. Actuar impulsivamente podría hacer que el coche se desviara y perdiera el control, y no estaba dispuesta a correr ese riesgo.
En silencio, colocó la goma en su regazo, asegurándose de que estuviera a su alcance.
«Puedes dejar de fingir». La voz del hombre rompió el silencio como una navaja. «Sé que ya lo has descubierto».
Nyla hizo una pausa y luego respondió con calma: «¿Ah, sí? ¿Qué quieres? ¿Dinero? ¿O algo más?».
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