No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 505
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Capítulo 505:
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Ellen se detuvo brevemente y luego asintió con la cabeza. Sentada, Nyla observó en silencio la respuesta de Ellen, notando un fugaz rastro de pánico en su rostro. Ellen trabajó con diligencia.
En menos de una hora, regresó con sus hallazgos y los presentó rápidamente. «Bien. Cierra este asunto», indicó Nyla con suavidad. «Pronto tendremos algunas reuniones fuera de la ciudad. Tú me acompañarás».
«Entendido», respondió Ellen.
El alivio suavizó la postura de Ellen al salir de la oficina. Regresó a su escritorio, la única secretaria y ocupante de la sala. Miró hacia la puerta antes de sacar discretamente su teléfono, enviar un mensaje rápidamente y borrarlo con la misma rapidez.
El viaje de negocios se centró en inspeccionar mercancías y cerrar una asociación en otra ciudad.
«Ella, el horario está confirmado. Están listos para recibirnos», informó Ellen, revisando el itinerario con voz firme.
Nyla se recostó en el asiento trasero y cerró los ojos para descansar después del vuelo de dos horas.
«Bien».
El silencio llenó el resto del viaje. Ellen miraba de vez en cuando a Nyla por el espejo retrovisor, pero rápidamente volvía a concentrarse en sus tareas.
Al llegar, Nyla se retiró a su habitación del hotel para descansar. La habitación de Ellen estaba justo al lado. Esa noche, el hotel estaba envuelto en silencio. Ellen volvió a sacar su teléfono y envió un mensaje de texto a un contacto misterioso.
Poco después, su teléfono vibró.
«¿Hola?
¿Está Nyla sola en su habitación ahora mismo?», preguntó una voz, alterada por un modificador de voz para ocultar cualquier rasgo reconocible.
«Sí», respondió Ellen. «¿Deberíamos actuar ahora?».
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Tras una breve pausa, la voz le dio instrucciones: «Dame todo el programa».
Ellen, desconcertada pero obediente, recitó cada detalle meticulosamente.
Se produjo un silencio.
«Tonta. Te han descubierto. Nyla sospecha algo», dijo la voz artificial, desprovista de emoción pero llena de irritación.
La sorpresa se reflejó en el rostro de Ellen. «¡No puede ser! No se ha dado cuenta. ¡He tenido mucho cuidado!».
Ellen siempre había sido meticulosa, asegurándose de que sus acciones pasaran desapercibidas. Nyla nunca había tenido motivos para dudar de ella antes, ¿por qué iba a hacerlo ahora?
La voz volvió a intervenir, severa y escalofriante. «Este proyecto es crucial, pero Nyla decidió descansar en su hotel al llegar. Te dio el programa sin dudarlo. ¿No te parece que fue intencionado?».
Ellen se quedó desconcertada, con la mente a mil por hora. «¿Qué hago ahora? ¡Ella sospecha!».
«Mantén la calma», ordenó la voz. «Comportate como siempre. Me pondré en contacto contigo cuando sea el momento adecuado».
«Entendido». Ellen asintió y colgó.
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