No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 365
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Capítulo 365:
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Ethan permaneció sentado, aparentemente tranquilo, pero interiormente perturbado por las acusaciones de Austen.
¿Amor? Para él, no tenía ningún valor.
Tenía todo bajo su control. ¿Qué había que lamentar? Desde los quince años, nunca había dejado de conseguir lo que quería, y estaba decidido a no empezar ahora.
Incapaz de soportar la idea de que Nyla estuviera con otra persona, se contentaba con tenerla cerca indefinidamente.
Austen apretó los puños. «¿De verdad crees que su felicidad es irrelevante? ¿Que sus sentimientos no importan? ¿Estás tratando de convertirla en tu prisionera? ¡Es un ser humano!».
Su ira estalló cuando golpeó la mesa con la mano, se levantó y dejó que sus emociones se impusieran a su juicio.
A pesar del riesgo de ofender a Ethan, Austen continuó: «Estás haciendo esto porque Nyla ya no te mira de la misma manera. No puedes aceptarlo, así que la mantienes atrapada aquí. Ethan, no pensé que tuvieras miedo».
La fría mirada de Ethan parecía consumir toda la habitación. Clavó los ojos en Austen y, inesperadamente, se rió entre dientes. «Ya basta. Creo que es hora de que te vayas. No voy a dejarla marchar».
«¡Cómo te atreves!», exclamó Austen, con evidente frustración.
«Algún día te arrepentirás de esto», le dijo a Ethan, con expresión neutra pero tono firme. La puerta se cerró de golpe tras él.
Ethan permaneció sentado, aparentemente tranquilo, pero interiormente perturbado por las acusaciones de Austen.
¿Amor? Para él, no tenía ningún valor.
Tenía todo bajo su control. ¿Qué había que lamentar? Desde los quince años, nunca había dejado de conseguir lo que quería, y estaba decidido a no empezar ahora.
Incapaz de soportar la idea de que Nyla estuviera con otra persona, se contentaba con mantenerla cerca indefinidamente.
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Austen apretó los puños. —¿De verdad crees que su felicidad es irrelevante? ¿Que sus sentimientos no importan? ¿Estás tratando de convertirla en tu prisionera? ¡Es un ser humano!
Su ira estalló cuando golpeó la mesa con la mano, se levantó y dejó que sus emociones se impusieran a su juicio.
A pesar del riesgo de ofender a Ethan, Austen continuó: «Haces esto porque Nyla ya no te mira de la misma manera. No puedes aceptarlo, así que la mantienes atrapada aquí. Ethan, no pensé que fueras a asustarte».
La fría mirada de Ethan parecía consumir toda la habitación. Clavó los ojos en Austen y, inesperadamente, se rió entre dientes. «Ya basta. Creo que es hora de que te vayas. No voy a dejarla marchar».
«¡Cómo te atreves!», exclamó Austen, con evidente frustración.
«Algún día te arrepentirás de esto», le dijo a Ethan, con expresión neutra pero tono firme. La puerta se cerró de golpe tras él.
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