No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 352
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 352:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
El rostro de Roger se oscureció de furia y sus manos temblaban.
«¡Esto es intolerable! ¡Sepárenlos! ¡Traigan un cubo de agua fría y llévenla al hospital!».
Incluso en su ira, Roger reconoció que algo iba muy mal con Stella. Con tantos testigos, ella ni siquiera se había dado cuenta de la atención que estaba llamando.
El hombre que estaba a su lado claramente quería marcharse, pero Stella se aferró a él, desesperada.
Era evidente que algo no iba bien.
Stella fue trasladada rápidamente al hospital y la cena familiar se convirtió en un caos. Toda la familia Brooks se enteró del escándalo.
«¡Cualquiera que hable de esto será expulsado de Ulares!», rugió Roger y, naturalmente, nadie se atrevió a decir ni una palabra más.
En la habitación del hospital, Stella había estado gritando y causando estragos desde que recuperó la conciencia.
«Fue Nyla, ¡tuvo que ser ella!», jadeó, con la voz temblorosa como un hilo frágil a punto de romperse. «Ella es la que me hizo daño, juro que no miento, ¡debió descubrirlo todo!».
Tumbada en la cama del hospital, Stella enterró el rostro entre sus manos temblorosas, con las lágrimas cayendo como una presa rota y algunas gotas resbalando entre sus dedos.
La frutera que había cerca estaba volcada, con su contenido esparcido por el suelo, mientras que el ramo de flores yacía desordenado, con los pétalos esparcidos como los restos de una tormenta. Todo lo que estaba a su alcance sufrió las consecuencias de su arrebato, destrozado o destruido.
«Ha sido ella, ¡tiene que haber sido ella! ¡Quiero justicia!». Los gritos angustiados de Stella llenaban la habitación, su tono mezclaba furia y desesperación, como si el peso del mundo presionara con fuerza sobre sus hombros.
Roger se sentó en silencio en una silla, con la mirada fija en Stella y una expresión inescrutable.
Sus padres, Theodore y Juliana Brooks, estaban de pie cerca de ella, con el rostro marcado por la incredulidad y la angustia.
Úʟᴛιмσѕ ¢нαρᴛєяѕ en ɴσνєℓ𝓪ѕ𝟜ƒ𝒶𝓃.с𝓸𝗺
Theodore nunca imaginó que volvería a casa y se encontraría con tal revuelo. Su hija, la imagen de la elegancia, yacía ahora destrozada en una cama de hospital. La noticia les había golpeado como un rayo, dejando a su paso una gran conmoción, seguida rápidamente por el aguijón de la humillación.
Para la familia Brooks, este escándalo era una mancha en su nombre, por lo demás impecable.
«No paras de decir que fue Nyla», dijo Roger finalmente, con un tono lo suficientemente agudo como para cortar los sollozos de Stella.
«¿Qué te hace estar tan seguro?».
Stella no apartó las manos de la cara, y su voz se quebró por la tensión. «Abuelo, mamá, papá… Tiene que haber sido ella. ¡Ha estado conspirando contra mí! ¡Me drogó, sé que fue ella!».
Sus palabras, repetidas como un mantra, llenaron la habitación con un ritmo inquietante. Para alguien ajeno a la situación, podría haber parecido alguien al borde de la locura.
.
.
.