No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 349
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Capítulo 349:
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Sintiendo una sed inusual, Nyla se sirvió un vaso de agua, sin darse cuenta de que parte del polvo de la droga había caído en él.
Mientras tanto, en la mesa de Nyla, se produjo un fuerte estruendo cuando dos niños que jugaban cerca chocaron con ella, haciendo que su taza cayera al suelo.
El ruido repentino asustó a los niños, que empezaron a llorar.
Los padres de los niños se acercaron rápidamente y, aunque Nyla no los reconoció, supuso que probablemente eran de una rama de la familia Brooks.
«¿Qué pasa? ¿Cómo se te ocurre intimidar a los niños?», le reprendió en voz alta una de las madres.
Nyla se quedó atónita por un momento, pero no pudo evitar encontrar la situación divertida. «Ellos chocaron contra mí mientras jugaban. Si no me crees, hay cámaras justo ahí», dijo, señalando hacia las cámaras de vigilancia visibles.
Todo el mundo sabía que la sala de estar de la casa principal estaba bajo vigilancia constante.
«No eres más que la hija de una rompehogares. ¿Por qué te crees tan superior?», murmuró la mujer entre dientes antes de marcharse con su hijo.
Nyla había oído esas palabras innumerables veces, así que no dejó que le afectaran.
Los dos niños se asomaron detrás de sus madres y uno de ellos preguntó: «¿Qué significa «rompehogares»? »
«Una rompehogares es alguien que se entromete en las relaciones de otras personas. Si en el futuro te gusta alguien, podría interponerse entre tú y tu pareja», explicó la madre del niño sin dudarlo.
Los niños miraron a Nyla con desdén al instante. «Uf, no me gusta, mamá. No quiero jugar con alguien así».
Nyla sintió como si una mano invisible le aplastara el corazón, dificultándole la respiración.
No pudo evitar preguntarse cómo se sentiría su hijo si alguna vez naciera y escuchara esas cosas.
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Ella había aprendido a soportarlo a lo largo de los años, pero ¿y su hijo? Por un breve instante, se sintió aliviada de que su hijo no pudiera oír esas crueles palabras.
Nyla tomó otro trago de la mesa, tratando de calmarse. Stella se dio cuenta y sonrió, como un gato que acaba de atrapar un ratón.
Sus ojos brillaban de satisfacción, sabiendo que la noche se desarrollaría con más drama.
El tiempo pasaba lentamente y Nyla comenzó a sentir un fuerte malestar en el estómago.
Ethan seguía hablando con Roger y Nyla se agarró el estómago, tratando de soportar el dolor.
Se preguntó si algo en la comida le había sentado mal.
Rápidamente le envió un mensaje a Ethan, indicándole que necesitaba descansar un rato.
Momentos después, Ethan apareció.
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