No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 344
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Capítulo 344:
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Bajó la mirada y una sombra de tristeza cruzó su rostro.
Stella se mordió el labio, sintiendo cómo su resentimiento hacia Nyla afloraba a la superficie. —Mi tío solo está temporalmente bajo su hechizo. No te preocupes, Callie, no dejaré que se salga con la suya.
Callie ocultó su satisfacción con una expresión cuidadosamente compuesta. —Mejor no presiones —le advirtió con suavidad—. Ethan la está protegiendo y no quiero empeorar las cosas. Dejémoslo así.
—Callie, eres demasiado amable —dijo Stella con sinceridad—. ¿Alguna vez Nyla ha tenido en cuenta tus sentimientos? Te quitó a tu hombre sin ningún pudor, y lo único que queremos es desahogarnos un poco.
Callie sonrió levemente y decidió no responder.
—Recoge tus cosas —dijo, cambiando de tema—. Te llevaré a mi casa. No queremos que te echen.
Para Stella, la comprensión y generosidad de Callie parecían ilimitadas. Cuanto más lo pensaba, más convencida estaba de que la amabilidad de Callie era la razón por la que Nyla se había aprovechado de ella.
Después de asegurarse de que Stella estuviera instalada, Callie no se dirigió a casa. En cambio, se detuvo en su cafetería. El gerente le informó de que se habían administrado las drogas y ella quería comprobar los resultados.
Callie subió al piso superior de la cafetería y recorrió con la mirada la sala, que estaba en penumbra. Había menos gente que durante el día, pero seguía estando llena. En el escenario, cuatro mujeres bailaban de forma provocativa, con movimientos exagerados por los efectos visuales. El espectáculo estaba pensado para cautivar.
Una bailarina llamó la atención de alguien. Con solo pasar una tarjeta negra exclusiva, tres hombres se la llevaron sin resistencia, dejando a las demás bailarinas mirando con envidia mientras intensificaban sus movimientos.
«Se han administrado las drogas, señorita Higgins, pero los efectos no son tan pronunciados como se esperaba. ¿Probamos con otro grupo?», preguntó el gerente, acercándose a Callie.
Callie se apoyó en la barandilla, con una expresión indescifrable mientras observaba la escena. «Aburrido», murmuró antes de darse la vuelta. «Dame una dosis de la droga», dijo Callie. Su voz era tranquila, deliberada. «Tengo a alguien específico en mente».
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Callie creía que el sujeto de prueba perfecto era alguien ingenuo, lleno de sueños y fácil de manipular.
Se recostó en la bañera, con el cuerpo sumergido en el agua caliente, mientras dos hombres acariciaban atentamente su piel. Su cabeza se inclinó hacia atrás, con las mejillas sonrojadas por el calor del momento, mientras sus dedos colocaban casualmente un pequeño frasco de medicina en una caja cercana.
Su mano descansaba sobre la gran virilidad del hombre a su izquierda, su toque lánguido y provocador. La atmósfera embriagadora abrumó sus sentidos y, impulsivamente, se inclinó hacia adelante para saborearlo. La acción inesperada hizo que el hombre se detuviera antes de presionar suavemente su cabeza para mantenerla cerca.
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