No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 312
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Capítulo 312:
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El centro comercial de Grand Avenue era el segundo más grande de Ulares. Nyla salió del coche, observó los alrededores y entró. Bonnie le había asegurado que podía entrar en cualquier tienda, ya que todas formaban parte del imperio empresarial de Murray.
Nyla caminaba con determinación, observando su entorno, cuando se dio cuenta de que alguien los vigilaba.
«Vamos a esa tienda de allí. Cuando terminemos, volveremos», dijo.
Nyla recordó una tienda de ropa cercana, una que había visitado durante su anterior trabajo con Skycloud Group.
Tras un breve paseo, localizó la tienda y entró, con los pasos de Jackson resonando detrás de ella. Mientras se movía entre los percheros, pasando los dedos por las diferentes telas, una amable dependienta recogió las prendas que ella seleccionó.
«Me gustaría probarme esta», anunció, con una voz que llegó tanto a la dependienta como a su atenta sombra.
Jackson permaneció en silencio, con expresión pensativa. Las instrucciones de Ethan habían sido claras: simplemente seguir sus movimientos.
La dependienta los guió hasta una zona de probadores, donde Nyla vio el estoico reflejo de Jackson en un espejo antes de desaparecer tras la cortina. Dentro del probador privado, protegida por una cortina exterior adicional, Nyla sostuvo el vestido, pero no hizo ningún movimiento para cambiarse.
Los minutos pasaban lentamente mientras gotas de sudor nervioso se formaban en su piel. La prenda temblaba ligeramente entre sus manos mientras la incertidumbre carcomía su determinación. Sin su teléfono, ponerse en contacto con Bonnie era imposible. El peso de sus dudas la oprimía hasta que decidió que no podía esperar más.
Justo cuando decidió abandonar su plan, unos suaves golpes rompieron el silencio. Contuvo la respiración, esperando con cautela a que se identificaran.
«Señora Green, salga, por favor. Trabajo para el señor Wheeler», dijo una voz femenina tranquilizadora.
El alivio la invadió cuando abrió la puerta y se encontró con una mujer uniformada con una sonrisa de bienvenida.
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—Señora Green, debemos darnos prisa. Por aquí —instó la mujer, cuyos tacones marcaban un ritmo constante contra el suelo.
Nyla siguió el rápido paso de su guía y descubrió una salida oculta en el vestuario que conducía a un vehículo que les esperaba. A través de las ventanas, vislumbró el rostro familiar de Bonnie.
«¡Nyla, rápido!», le indicó Bonnie, y en cuestión de segundos se deslizaban entre el tráfico. La mirada preocupada de Bonnie buscaba cualquier signo de maltrato. «¿Ethan te ha hecho daño? ¿Te ha golpeado?».
«No me ha hecho daño físico», le aseguró Nyla. «Solo… me ha encerrado. Nada más».
Los ojos de Bonnie brillaron con indignación. «¿Ha perdido completamente la cabeza? ¡Tratarte como a una prisionera es inconcebible!».
Los pensamientos de Nyla se desviaron hacia la complejidad de su situación. Quizás la locura impulsaba sus acciones, o quizás era la desesperación; después de todo, ella había sido la única lo suficientemente tonta como para permanecer leal a lo largo de los años.
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