No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 180
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Capítulo 180:
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Salió más gente y los hombres se dieron la vuelta gritando: «¡Rápido, avisa al jefe!». Jackson y sus hombres detuvieron rápidamente a los presuntos agresores.
Por encima de ellos, unos fuegos artificiales estallaron en el cielo nocturno en un fugaz despliegue de brillantez. Los ojos de Ethan pasaron de las chispas que se desvanecían al rostro de Callie, y luego buscaron en la oscuridad que los rodeaba.
«¿Has venido sola? ¿Dónde está Nyla?».
Los dedos de Callie se aferraron a la ropa de Ethan mientras pensamientos oscuros se arremolinaban en su mente. Si Nyla había sido capturada, estaba perdida. ¿Y no era eso lo que Callie había deseado en secreto?
A pesar de su acuerdo anterior con Nyla, Callie siempre había albergado la intención de matar a la mujer. Nyla no tenía nada que hacer cerca de Ethan; esto era simplemente el destino atando cabos sueltos.
«Nyla y yo escapamos juntas», dijo Callie en voz baja, con la voz temblorosa por una emoción fingida. «Pero alguien la ayudó, otro hombre. No tuve más remedio que huir sola. Menos mal que viniste a rescatarme a tiempo».
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Ethan frunció el ceño y la duda se apoderó de su expresión. —¿La rescataron? ¿Quién?
Callie asintió con seriedad. —No lo sé. Apareció de la nada. Si no fuera por él, ninguno de los dos habría podido escapar.
Su tono convincente inquietó a Ethan, pero sus palabras no le daban motivos para no creerla.
En ese momento, Jackson se acercó. —Señor Brooks —dijo con severidad—, hemos peinado la zona, pero no hay rastro de la señorita Green.
La fábrica abandonada estaba vacía, con cuerdas cortadas tiradas sobre el suelo de hormigón. Ethan inspeccionó el espacio por última vez antes de marcharse, sin encontrar nada más que sombras y silencio.
En el coche, Callie entrelazó las manos, atrapada entre emociones contradictorias. Las advertencias de Nyla la atormentaban, pero otras posibilidades aún más oscuras la tentaban. Si Nyla perecía, el título de señora Brooks estaría a su alcance.
El conflicto la carcomía por dentro, dejándola nerviosa.
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Apenas se dio cuenta de que la puerta del coche se había abierto hasta que Ethan se deslizó en el asiento junto a ella.
—Vamos primero al hospital —dijo con voz tranquila.
Callie bajó la cabeza, ocultando una sonrisa calculadora tras sus dedos. Aunque Nyla hubiera escapado, el denso bosque al que había huido entrañaba sus propios peligros. El terreno traicionero y el frío del invierno hacían improbable la supervivencia, sobre todo sin comida ni agua.
El vehículo se deslizó hacia el acogedor resplandor de la ciudad, dejando la oscuridad a su paso.
En lo profundo de esos bosques, Nyla descansaba apoyada contra un árbol imponente, con el pecho agitado mientras luchaba por recuperar el aliento. Estaba sentada en el suelo frío, agarrándose la pantorrilla herida. Momentos antes, había tropezado en su frenética huida y había caído por una pendiente empinada.
Una rama afilada le había cortado la pierna y podía sentir el calor de la sangre que se filtraba a través de su ropa rasgada.
El único consuelo en su sombría situación era la ausencia de voces. Parecía que los hombres que la perseguían se habían marchado, al menos por el momento.
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