No me dejes, mi querida mentirosa - Capítulo 252
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Capítulo 252:
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Mientras tanto, Nyla había organizado eficazmente el trabajo del estudio para los próximos meses, lo que le permitía tomarse un merecido descanso.
Durante este tiempo, Murray se había mantenido en contacto con ella en relación con la situación de Hudson. Inicialmente, Nyla había planeado manejar el asunto de forma independiente, pero Murray le advirtió que no tomara ninguna medida inmediata debido a un misterioso observador que seguía a Hudson. Actuar precipitadamente podría provocar repercusiones inesperadas. Esta revelación tomó a Nyla por sorpresa. Solo había confiado sus planes a Murray y Bonnie, pero parecía que alguien ya estaba tras la pista de Hudson. Desconcertada por su aparente transparencia ante los demás, Nyla se sentía expuesta y vulnerable.
Sin embargo, no veía motivos para desconfiar de Murray. Bonnie tampoco tenía nada que reprocharse. Eran los únicos que conocían su plan, así que ¿de dónde había venido la filtración? En un estado de creciente ansiedad, Nyla marcó repetidamente el número de Murray, pero fue en vano.
Su preocupación se intensificó. Se dio cuenta de que la vigilancia no era sobre ella, sino que alguien tenía como objetivo a Murray.
Llamada tras llamada sin respuesta, Nyla se vio empujada a enviar mensajes frenéticos, que fueron recibidos con silencio. Murray parecía haber desaparecido.
Sin que Nyla lo supiera, Murray estaba en un coche, con los ojos cerrados momentáneamente, ajeno al hecho de que el vehículo tenía instalado un inhibidor de señal.
El conductor vigilaba a Murray por el espejo retrovisor, alterando sutilmente la ruta. Creía que Murray no era consciente de sus acciones.
A medida que se adentraban en una zona cada vez más apartada, el camino del coche se volvía más solitario, y Murray abrió los ojos para mirar al exterior. Esbozó una leve sonrisa y murmuró: «No hay necesidad de seguir con esta farsa. Se está volviendo agotador».
Desconcertado, el conductor aceleró bruscamente y lanzó una mirada incrédula a Murray.
Este cambio brusco de velocidad casi hizo que Murray se estrellara contra el salpicadero. Dijo: «Si no puedes manejar el volante, quizá deberías asignar esa tarea a otra persona».
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Atónito, el conductor solo pudo quedarse boquiabierto.
A pesar de la tensa atmósfera, Murray mantuvo su humor, con una expresión imperturbable, como si todo estuviera bien.
Las manos del conductor apretaron con más fuerza el volante y su voz temblaba.
« «¿Cuándo empezaste a sospechar?».
Había sido impecable en su ejecución, ¿cómo lo habían descubierto?
Con un movimiento casual en su asiento, Murray respondió sin abrir los ojos: «Desde que me recogiste en la villa».
¿Hace un mes? Eso parecía imposible.
La incredulidad agrandó los ojos del conductor mientras respondía: «Pero no cometí ningún error».
La suave risa de Murray llenó el coche. «La perfección misma fue tu perdición».
Al intentar detener el coche, el conductor sabía que el descubrimiento podría sellar su destino. Sin embargo, no estaba preparado para encontrar su fin.
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